Rafael Inglada, uno de los principales investigadores actuales de la vida y obra de Pablo Ruiz Picasso, está ultimando su Diccionario Picasso-Cataluña, un trabajo que comenzó en 2007 y concluirá en 2011, y en el que reúne todas las referencias que unen al artista malagueño con esta comunidad.

La obra arranca en el momento en que Picasso llega a Barcelona en 1895 y se extiende hasta la actualidad con más de 350 entradas, explicó Inglada, que añadió que las referencias revelan la estrecha relación con Cataluña del artista, quien respondía categóricamente cuando se le preguntaba si hablaba catalán.

«Yo hablo el catalán como si fuera un (policía) municipal que ha vivido muchos años fuera de Cataluña», decía en catalán Picasso (1881-1973), que en su residencia de Mougins (Francia) tenía como cabecero de la cama una señera catalana, apuntó Inglada.

En estas referencias se incluyen las obras del malagueño con temática catalana, periódicos, revistas y críticos de la época, galerías, artistas, calles y restaurantes, y pueden interesar fundamentalmente, según su autor, «al público al que le gusta Picasso y, sobre todo, a los catalanes».

Como adenda se incluye una amplia selección de exposiciones, tanto individuales como colectivas, en las que participó Picasso, desde la primera de 1896 en Barcelona hasta nuestros días.

Hemerotecas

Las fuentes de esta investigación han estado en las hemerotecas, los archivos particulares y los herederos de amigos de Picasso en su juventud, aunque también en los registros civiles, porque Inglada ha querido ahondar en la vida de los personajes a los que el artista retrató, cuándo nacieron y murieron y que relación tuvieron con él.

También ha investigado qué fue de los compañeros de Picasso en la escuela de Bellas Artes o de las modelos que trabajaron para él en aquellos años, una labor dificultada por la pérdida de numerosos archivos durante la Guerra Civil.

Entre los nombres que suelen ocupar poco espacio en las biografías de Picasso figuran el de su primer marchante, Pedro Mañach, con el que la relación no acabó bien, o la artista ecuestre Rosita del Oro quien, según la tesis de algunos biógrafos como Richardson, fue amante del malagueño, y al menos seguro que sirvió para alimentar la pasión de éste por el mundo del circo. Barcelona acapara casi todo el protagonismo entre las ciudades en esta relación de Picasso con Cataluña, aunque también aparecen Gósol (Lérida), Horta de San Juan (Tarragona) o Cadaqués (Gerona).