Son las 11 de la noche. Víctor García de la Concha (Villaviciosa, 1934) acaba de llegar a su casa, en Madrid, y nos atiende telefónicamente. Viene de la imprenta, ha estado acompañando a un equipo de seis filólogos «de primera línea» de la Real Academia Española (RAE) que están corrigiendo pruebas de la edición de la nueva Ortografía. En sus doce años como director, rara vez ha logrado cruzar el umbral de su casa antes de las diez de la noche. «¡He sido muy feliz y me he enriquecido tantísimo! Pero ha sido un trabajo descomunal, aunque en todo momento me he sentido arropado y sostenido. Ahora mismo, la Academia tiene unos equipos de gente que son una maravilla», afirma.

García de la Concha vive sus últimos días como director de la institución. No sólo ha hecho historia, la ha protagonizado muy directamente. Ha sido el «padre» –él insiste en calificarse como «impulsor»– de la política lingüística panhispánica que ha logrado en apenas doce años, los de su mandato, la unidad del español. La publicación del Diccionario, la Gramática y la Ortografía cierran un ciclo que inició como secretario, junto a su antecesor en el cargo, Fernando Lázaro Carreter. A todo eso ha de sumarse el edificio, la creación de la Fundapro Real Academia, la digitalización y, en definitiva, la modernización de la institución.

«Lázaro Carreter reformó los estatutos de la Academia y estableció de su puño y letra que el objetivo de la Real Academia no era pulir, limpiar y dar esplendor, sino velar por la unidad de la lengua. Trabajé en compenetración absoluta con él, pero su imprevista enfermedad hizo que mi secretaría fuera en parte la ejecución de la dirección. Al final, hemos hecho lo que ni soñábamos, hemos rehabilitado la Academia y la política panhispánica ha sido la gran revolución».

Satisfecho

«Mentiría si dijera que no estoy satisfecho, lo estoy, pero no tanto por lo que yo haya hecho sino por lo que hemos conseguido entre todos. No tengo ninguna duda de que mi trabajo en la Academia ha sido lo más importante que he hecho en mi vida».

En doce años ha realizado cuarenta y seis viajes a América, de los cuales la mayor parte de ellos visitaba varios países. Ha conocido a numerosos jefes de estado, escritores de primera línea, profesores de universidad y, sobre todo, ha hecho amigos. «Descubrí que América era un tejido importantísimo, no sólo desde el punto de vista lingüístico o académico, sino desde el de la política cultural. Hemos hecho una potente red de influencia cultural al servicio del español, de toda la comunidad iberoamericana».

La Real Academia Española modificó hace cuatro años los estatutos para que García de la Concha pudiera optar a un tercer mandato y culminar el proyecto. Una de las claves de su dirección ha sido gobernar con el mayor consenso posible. «Y siempre he sentido el respaldo unánime de la Academia», asegura.

Los Príncipes de Asturias presidirán el próximo día 17 la presentación de la nueva Ortografía. Será su último acto institucional, aunque ya en funciones, pero todavía como director asistirá el 6 de enero a la tradicional comida navideña con los académicos. Y el día 13 de ese mismo mes tomará posesión su sucesor, asunto sobre el que no quiere hacer comentarios. «Creo que es mi obligación mantenerme al margen. Decidirán los académicos», señala.

Ese mismo mes se colgará su retrato en la sede de la Real Academia, que ha pintado el gaditano Hernán Cortés, el mismo que hizo los de Dámaso Alonso y Pedro Laín Entralgo. «Es muy intencionado y poco convencional. Aparezco con el Toisón de solapa y las manos en el bolsillo, de una manera desenfadada. Es una mezcla de espontaneidad y seriedad, me gusta».