Hasta hace no demasiado Antonio Montes (Montejaque, 1980) se jactaba, con sorna, de ser «el único asesor de empresas de Marbella que no está en la cárcel». Colgaba sus relatos en algunos foros online y se presentaba a concursos literarios: «De vez en cuando me premian en alguno», dijo una vez. Pero el 22 de septiembre del año pasado todo cambió para el malagueño: uno de los galardones con más solera del panorama nacional, el Café Gijón de Novela, premió su texto El grito.

Entonces, el joven economista se unió a una selecta lista de premiados formada por, entre otras, Ana María Matute o Carmen Martín Gaite. En estos días Montes presenta por toda España su libro, «una novela claustrofóbica que transcurre en un espacio muy corto de tiempo, durante un velatorio en un pueblo muy pequeño», revela el escritor, quien añade: «...Y tiene un final sorprendente».

Su novela El grito

La muerte llama mucho la atención y lo que pasa momentos después de esa muerte. Los velatorios se están perdiendo, los de los pueblos donde el contacto con la muerte es mayor, en los tanatorios de las ciudades todo es más aséptico.

En realidad, el velatorio es la excusa para hacer un retrato social.

Totalmente, la verdad es que el protagonista no es la historia, ni los personajes, el protagonista es el pueblo. Son personas que se conocen de muchísimo tiempo, que se sienten parte de donde pertenecen incluso aunque se alejen de allí.

Se nota que usted es de un pueblo pequeño...

De un pueblo de mil habitantes, concretamente. Hace mucho que no vivo allí, en Montejaque, pero mantengo el contacto, mi familia sigue y voy de vez en cuando.

¿Por qué mezcla tiempos y voces, pasando del diálogo al monólogo, del pasado al presente e incluso el futuro, de uno a otro personaje?

Pretendía crear sensación de agobio. Los familiares llevan una noche sin dormir y les espera otra, llegan visitas, esto termina creando una sensación de irrealidad.

Y encima todo ocurre en apenas unas doce horas y prácticamente dentro de una sola casa.

Es el mismo agobio, muchas personas en un sitio muy pequeño y muy poco tiempo.

Han comparado su obra con Cinco horas con Mario

Sí, tiene más que ver con La Colmena [de Camilo José Cela[ por la forma de tratar los personajes y con el realismo mágico de Crónica de una muerte anunciada [de Gabriel García Márquez]

Ningún personaje de

El grito tiene nombre

La de los hermanos iba a ser una novela diferente, a ellos es a los únicos que les pasa algo, luego decidí unirlas. Además, lo de los nombres es una forma de homenaje a Saramago y Todos los nombres.

¿Humor en un escenario tan poco humorístico?

Es que se da en estas situaciones.

La novela empieza con un grito y acaba con otro pero ¿muy distintos?

Es un círculo cerrado. El primer grito es totalmente previsible; el último yo creo que nadie se lo espera.

Antonio Montes es escritor de vocación pero economista de profesión. ¿Qué tiene que ver la economía con la novela, con la literatura?

Nada, lo más parecido que hice fue un máster de gestión cultural. Pero se complementan bien, una forma de pensar matemática facilita ordenar lo que escribes.

Pero es que encima ejerce de asesor de empresas en Marbella. ¿Ya puede respirar en ese clima?

Está más tranquilo que hace unos años, la crisis se ha dejado sentir más que en el resto de España. Empezó antes de Malaya. La verdad es que ahora mismo la cosa está muy parada.