Nueva decepción ganadera en el ciclo de corridas de Sevilla, esta vez protagonizada por los astados de Dolores Aguirre, que ofrecieron ayer en La Maestranza mucho peligro pero poca, muy poca clase. Sólo Antonio Barrera y sus detalles de valentía pusieron en pie al respetable, que mantuvo un doloroso silencio el resto de la tarde.

Ante su primer oponente, Barrera logró momentos a base de exponerse, a base de arrojo, pero no había qué sacar del animal. La cuestión cambió un tanto ante su último toro, un enemigo con peligro, siempre con la cara alta, pero al que el diestro supo llevar gracias al valor y al saber hacer. Lástima que al astado le faltaran las fuerzas en el último tramo de la faena. Aún así, merecida ovación sevillana.

Cortés

Salvador Cortés lo tuvo imposible ante el segundo de la tarde, que se lesionó en los primeros compases y ya no pudo ofrecer combate. El torero lo intentó y el público protestó. No muy diferente fue su siguiente enemigo, que no plantó batalla en ningún momento. Faena de aliño y a otra cosa.

Alberto Aguilar se enfrentó a un toro sin clase en su primero. Falló el diestro, sin embargo, en la segunda faena, porque el toro, aunque algo acelerado, al menos buscó algo, buscó combate, buscó al torero, pero éste no ofreció, desde luego, su mejor cara ayer en Sevilla.