La creatividad local alcanzó un momento de máxima plenitud en el siglo XIX a través de la denominada Escuela Malagueña, que quiso ser reflejo de la estética de nuestra tierra a través de una destacada nómina de autores, que compartieron un estilo costumbrista que ha sido calificado como «realismo burgués» o «fortunysmo comercial». En este homenaje a este momento esplendoroso de la plástica local, la ciudad también se convierte en la protagonista de la muestra temporal que ayer fue inaugurada en el Museo del Patrimonio Municipal (MUPAM), a través de escenas populares de ambientación regionalista, paisajes, entornos urbanos y rurales y escenas de género.

Málaga en la pintura del siglo XIX, que ha sido comisariada por la directora del MUPAM, Teresa Sauret, es fruto de un proyecto que nace del deseo de reunir las obras de diferentes artistas malagueños de esta prolífica etapa estética.

Esta colección se nutre, por una parte, de los fondos de diversas instituciones culturales, como el Museo del Prado, el Museo de Málaga, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y la colección municipal, y por otro, de la aportación del coleccionismo privado, como las colecciones Modigliani, Peñarroya o Unión Alcoyana de Seguros.

«Con esta exposición, los pintores malagueños están visibilizados a través de piezas apenas conocidas y nos permite hacer un recorrido por la Málaga del XIX a través de sus paisajes y autores», detalla Teresa Sauret.

El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que presidió la inauguración, indicó que con esta exposición el MUPAM se consolida como «museo activo, didáctico y no parado en su colección permanente, sino que la completa con muestras en sus salas temporales».

Las playas de La Caleta y San Andrés, el Puerto, la plaza de toros, el camino de Antequera, el convento de La Merced, La Hoya y otros muchos enclaves de la capital y la provincia se convirtieron en fuente de inspiración para los pintores asentados en la ciudad en esta época.

Obras de José Moreno Carbonero, Guillermo Gómez Gil, Denis Belgrano, Carlos de Haes, Bernardo Ferrándiz, Antonio Muñoz Degrain, Rafael Murillo Carreras o José Gartner de la Peña, entre otros, son las firmas que integrarán este homenaje al papel de Málaga en la pintura decimonónica.

Así, del Museo del Prado se puede contemplar Encuentro de Sancho Panza con el Rucio, óleo sobre lienzo firmado por Moreno Carbonero entre 1876-1878, en depósito en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. «Se sabe que el artista pintaba buena parte de sus obras en Málaga y su territorio o rincones eran trasladados a narraciones que se alejaban de la ciudad. Buena parte de las escenas del Quijote estaban rodadas en suelo malagueño, en fincas de La Hoya de Málaga», explica la comisaria.

Del Prado, en depósito en la Diputación de Zamora, se encuentra Efecto de Luna, de Guillermo Gómez Gil, donde la bahía de fondo está inspirada en la de Málaga y en su actividad pesquera. Y Paisaje de Torremolinos, de Carlos de Haes, señala la «importancia de los autores malagueños en las colecciones nacionales».

De Bernardo Ferrándiz se puede conocer el desaparecido convento de la Merced, que fue convertido en patio de caballos de la plaza de toros de La Malagueta para fraguar su obra Antes de la Corrida, de la Colección Peñarroya. Denis Belgrano capta el coso malagueño con El quite de espadas o su visión de La Hoya de Málaga, mientras que Rafael Murillo Carreras hace su versión de la Fuente de Reding.

También puede verse una réplica en tamaño reducido que el propio Antonio Gisbert hizo de su cuadro El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de la colección Unión Alcoyana de Seguros.

Málaga aparece en la pintura del XIX en paisajes como la playa de La Caleta en noche clara, por Antonio Muñoz Degrain, pieza del Museo de Málaga; la mirada de José Gartner de la Peña sobre el puerto de Málaga en un óleo de la Academia de San Telmo; El desembarco del rey Alfonso XII en el Puerto de Málaga y Marina, de Emilio Herrera Velasco y Ricardo Verdugo Landi, respectivamente, ambas de la colección municipal, o El Camino de Antequera, visto por Emilio Ocón, de la colección Peñarroya.