Pocas veces he visto un enfado tan unánime en tantas capas de la sociedad malagueña. Pocas veces he visto una distorsión visual tan grande en una sola persona. Christine Picasso se ha enfadado con el director del que ella considera su museo a causa de una exposición por ella tildada de partidista e inoportuna ya que, también según ella, España se encuentra en tiempo de elecciones.

Asistí el lunes a la inauguración sin saber de la polémica que envolvía la muestra y, la verdad, luego se me quedó el rostro como el toro del Guernica cuando me enteré del berrinche de la señora Picasso cuya mirada revela una ignorancia cubista, por elevada al cubo, sobre los asuntos de España. Si yo fuese del PP me enfadaría bastante más que ella, que así a bote pronto identifica la dictadura de Franco con la actual derecha española. No sé, ellos sabrán. Si fuese republicano también me habría molestado porque para ella la II República de España sólo estaba formada por el PSOE. O sea, Picasso, el de verdad me refiero, era un pintor socialista que se mofaba del PP allá por el año 1936. Por favor, que en el siguiente cumpleaños alguien regale a la señora Picasso no sólo un almanaque con las fechas electorales en rojo, bueno, no, mejor en azul, huy, tampoco, bueno en negrita, y acompañe tal obsequio de una historia breve de España, si tal libro fuese posible.

Como no me creo que la señora Picasso sea tan elemental en sus planteamientos y la imagino rodeada por asesores de tronío en torno a esa Picasso S.L. que la familia del gran genio, más genial que él mismo para las finanzas, ha montado, no me queda otra solución que intuir algo oculto tras estas ventoleras escenificadas con aires de telenovela. Málaga no es país para directores de mueso. Más que el currículum, o junto a él, los aspirantes solventes para el resto del mundo aquí tendrán que aportar el certificado médico de que atienden a la voz de su amo.

Varias similitudes coinciden en los dos principales museos de Málaga. Son poseídos por dos mujeres con casuales apellidos consortes, lo que no quiere decir nada o sí desde un punto de vista cabalístico. Ambas instituciones se caracterizan por inesperados cambios de dirección. Y sobre todo, uno contempla cómo las autoridades municipales o autonómicas se ponen de rodillas ante los subidones anímicos de las amas.

El Museo Picasso Málaga surge de una simbiosis de intereses. Es decir, la Junta ha habilitado un espacio de lujo y seguridad para una colección privada que aporta a nuestra ciudad mucho dinero del que ellos participan. Negocios. Ningún motivo sentimental. Detrás de esta algarada que la señora (Ruiz) Picasso ha montado ella solita, a partir de una exposición donde sólo ella ve polémica ¿qué hay? Negocios, sospecho que negocios.