Los ecos lejanos de la España árabe propiciaron, el pasado lunes, las notas inaugurales de la séptima edición del Festival de Música Antigua. Una cita obligada para los aficionados malagueños, que con su asistencia y lo acertado de sus propuestas han ido abonando la consolidación de estos conciertos. Prueba, por otro lado, de la intensa actividad que a lo largo del año genera una institución como es la OFM. En próximos días disfrutaremos de muy buenas músicas entorno al Renacimiento español y en especial de uno de los compositores más sobresalientes del repertorio, Tomás Luis de Victoria, alumno aventajado en el Colegio Germánico de Giovanni Pierluigi da Palestrina, referente obligado del más puro polifonismo y prólogo de la composición del barroco.

Victoria conoció el drama de la expulsión morisca, años antes de su fallecimiento del que celebramos su cuatrocientos aniversario. Un período marcado en la Península por las líneas maestras de la Contrarreforma y la radicalización del discurso eclesiástico como excusa para la defensa de la fe católica, mera excusa de oscuros movimientos políticos y económicos. Este hecho dramático, supone el éxodo y asentamiento de las distintas comunidades moriscas peninsulares a lo largo de diferentes enclaves de la costa mediterránea africana. Mentalidad, religiosidad y cultura Andalusí toman de nuevo forma gracias a la herencia depositada de generación en generación en un grupo originario de la ciudad de Tetuán, como es el Asmir Ensemble. Conjunto creado para la difusión de aquellas músicas que apetecen ajenas, cuando la realidad cala en los cimientos de la música occidental.

El conjunto Asmir presentó una amplia visión retrospectiva de la nawba, género que por excelencia prendió en Al-Andalus, mezcla de las formas compositivas o modos orientales que se entrelaza con las propias maneras peninsulares, herencia de las otras culturas que nos definen. Las distintas piezas, presentadas por el conjunto de Tetuán, muestran por un lado, ese legado transmitido con celo en su forma original y por otro, la propia influencia que ha ejercido en la tradición popular marroquí. En todas ellas, se destila cierta dulzura y constancia rítmica que imprime en las notas ciertas fuerzas y emociones a quien las disfruta, tal es así que en función de esa riqueza modal es posible identificar un momento o un estado de ánimo concreto. De este modo, en la interpretación de Qouddan Al-Maya descubrimos una evocación a la caída de la tarde, gracias a la combinación del canto con discursos instrumentales que se suceden sin rupturas en orden a una concepción espiritual o trascendente de la obra.

A la propia originalidad de este tesoro musical se añade otra singularidad expuesta por el Asmir Ensemble, destacando aún más la solvencia sus componentes, como es la inclusión de la improvisación, otra de las características singulares del legado Andalusí, presente también en este programa inaugural. En definitiva, un prólogo excepcional, poco habitual en las salas de concierto, que viene a enriquecer el acercamiento a la figura del maestro Victoria, protagonista de esta nueva edición del Festival.

Programa: Tawshiya Al-Istihla; Btaihí Raml Al-Maya; Qouddam Al-Hijaz Al-Kabir; Qouddam Al-Maya; Tawassoul; y Lamma Bada. Solistas: Amin y Mehdi Chaachoo; Youssef Mezgheldi y Utzman M´rini. Lugar y fecha: Sala María Cristina, 27 de junio de 2011.