El bailaor granadino Rafael Amargo estrenó ayer su espectáculo Solos y Amargo en la provincia. Lo hizo en el hotel marbellí Don Carlos. Siete músicos con instrumentos de cuerda, viento, percusión y guitarra, una voz y cinco bailarinas le acompañaron en esta actuación inédita e íntima, celebrada tras una cena de lujo en los jardines del establecimiento.

«Para el flamenco, no existe la palabra crisis», aseguró el artista a este periódico. Amargo está convencido de que haya más o menos demanda de este arte, declarado patrimonio inmaterial de la humanidad, la situación económica no le afecta.

Amargo abogó por la ortodoxia en el baile del flamenco, pese a su natural evolución. «Estoy volviendo a la ortodoxia porque con tanta modernidad estoy viendo que los jóvenes se olvidan de los guiños folclóricos. A veces parecen karatecas en vez de bailaores. El flamenco es un arte que ya está escrito y hay que hacerlo como nos lo enseñaron nuestros maestros», defendió ayer.

La Costa del Sol

Su vinculación con la Costa del Sol es familiar. El coreógrafo destacó la residencia actual de sus padres, en la Carihuela, una circunstancia que le ha unido especialmente a la provincia malagueña. «Vengo a verlos cada vez que tengo ocasión», dijo. «Han abandonado las playas paradisíacas de Almuñécar para asentarse aquí», reconoció.

Sus proyectos profesionales son más internacionales y le llevan más allá de las fronteras españolas. Actualmente y aunque tiene previstas actuaciones dentro del mapa nacional, en Palma y Baleares; su agenda le hará viajar a lo largo de este año a países como Israel y Turquía, donde hará gala de su apuesta por el baile flamenco más puro.