No es de los directores que abandona la compañía a su libre albedrío como un juguete al que cualquiera puede dar cuerda para que dance. Julio Bocca siente la responsabilidad de acompañar a los suyos. El 17 de julio, dentro del Terral, el Teatro Cervantes ofrece la posibilidad de disfrutar de su arte en la dirección –hace años que se retiró como bailarín–, conduciendo al Ballet Nacional de Uruguay, que presenta su primera gira europea. En total, 30 bailarines presentarán un programa recordando las obras de clásicos coreógrafos latinoamericanos como Vicente Nebrada o Ana María Stekelman.

Recientemente, Ballet Argentino (que usted dirige) actuaba en España presentando Tango de burdel, salón… En esta ocasión, usted con el Ballet Nacional del Uruguay ofrece un homenaje a los coreógrafos latinoamericanos del XX. ¿De dónde surgió la idea y cómo se fue desarrollando?

La idea fue dar un homenaje a estos coreógrafos porque no quiero que se olviden de ellos ni tampoco de sus obras. Ya que tenemos muy pocos grandes coreógrafos, hay que cuidarlos.

Esta obra es como una crónica de la evolución de los estilos. ¿Con qué época se quedaría usted, cuál le gustaría repetir o vivir otra vez y por qué?

Me gustan todas las épocas y creo que en cada una siempre apareció un gran coreógrafo.

¿Cree que maestros como Nebrada son grandes desconocidos del público europeo actual?

Sí,creo que me hubiese gustado que se conociese muchísimo más, al igual que Oscar Aráiz.

Nebrada hizo del escenario su casa vital, ¿a usted también le ocurre que sin el escenario no es Julio Bocca o simplemente desempeña un trabajo?

Quizás al comienzo de la mi carrera sí; pero, luego, cuando uno se va conociendo y va siendo más seguro, es ahí donde uno se siente siempre Julio Bocca.

Esta es la primera gira internacional de la Compañía Nacional de Danza de Uruguay en sus más de 75 años de vida, ¿a qué se debe que hayan espera, a algún tipo de prejuicio desde el exterior o a la falta de apoyo desde las instituciones hasta ahora?

Es la primera gira fuera de Latinoamérica pero es una compañía que tiene 75 años de historia y es ahí cuando entro yo.

Usted está dirigiendo a jóvenes de 18 años en esta compañía, ¿qué recuerdos tiene usted de sí mismo en esa edad, de la ambición, de la ilusión por bailar, ya imaginaba entonces que tendría el recorrido que ha tenido?

Son recuerdos lindísimos sobre todo porque en esa época uno aún era inocente y tenía la frescura de la locura.

En su anterior filme, Pedro Almodóvar aseguraba que su mayor miedo era quedarse ciego; ¿cuál ha sido o es el suyo?

Con mucho respeto... Ser paralítico.

Ocurre en muchos países, con elevado interés en el fútbol que se aúpa a este deporte por encima de muchas cosas. ¿En qué medida comparte esta idea y en qué medida cree que afecta a un desarrollo mayor de determinadas artes, por ejemplo, la danza?

Creo que si todo está en sus límites y todos tiene la misma posibilidad, todo es genial. Lamentablemente en nuestros países hay mucha violencia en el fútbol cuando es un juego para divertirse y ojalá las empresas pongan el mismo dinero para la cultura.

Una cosa, ¿fue muy duro para usted vivir su adolescencia y casi niñez fuera de su hogar, en compañías de diferentes países? ¿Le azotaba mucho la soledad? ¿Cómo lo suplía?

Para mí, fue genial aunque extrañaba mucho mi casa; pero eso me hizo crecer mucho y eso mismo me llevó a tener una responsabilidad y respeto, lo que se necesita en este arte.

Está claro que Julio Bocca tiene un don para la danza, pero ¿para qué cosas tiene un anti don?

Para nada... [Risas].