El Torres (Málaga, 1972), conocido por sus exitosos guiones para historietas como El Velo y Nancy in Hell, ha aunado talentos con el melillense Gabriel Hernández y el granadino Carlos Hernández para presentar dos tebeos absolutamente opuestos, El bosque de los suicidas y La huella de Lorca.

Hablemos primero de El bosque de los suicidas. Aokigahara, el bosque protagonista, existe realmente. ¿Hasta dónde son reales los misterios que lo rodean?

Aokigahara no es el único punto suicida del mundo, lugares donde es común encontrar personas que ponen fin a su vida. Hay puentes, hay acantilados y hay cataratas. Pero no creo que haya ningún lugar maldito, somos los seres humanos los que hacen de los lugares dichosos o tenebrosos.

¿De dónde proviene la inspiración para enfocar El bosque de los suicidas?

Cuando descubrí la existencia del bosque, me fascinó. Hacer una historia sobre un lugar encantado, rodeado de fantasmas, era algo que quería desde hacía tiempo. A la hora de situarlo, como el ambiente está en Japón, nos pareció al dibujante y a mí, usar todos los clichés propios del terror oriental. Aunque la creación de atmósferas es nuestro punto fuerte en el terror, y ese era el objetivo que no queríamos perder.

¿Cuál es su contacto con la cultura japonesa?

Fui uno de aquellos locos que entraron en la Escuela de Idiomas al poco de inaugurar ésta cursos de japonés. Me fascina la cultura japonesa. Pero no me refiero sólo al manga y al anime, que tiene un fandom de amplias inquietudes, a mí me gusta la historia de Japón, su pueblo y su modo de pensar.

¿Considera la obra, sobre suicidas, más como un drama que como una historia de terror?

A la hora de plantear la historia de terror, quise que el momento más terrorífico fuese el más real. Cualquier fantasma o susto espectral palidece al lado de los horrores que infligimos o que nos provocamos. Quise que los personajes se presentaran con un par de pinceladas, y luego ir montando y desmontando los tópicos sobre sus personalidades. Es un cómic de terror sobrenatural, pero estoy muy orgulloso de las partes dramáticas.

En los créditos de La huella de Lorca aparece Carlos Hernández como guionista y dibujante. ¿Cuál ha sido su labor?

Discutir mucho con él [Risas]. Al principio, iba a encargarme yo de todo el guión. Pero Carlos es un lorquiano en grado máximo, y desarrollaba mucho mejor las ideas de las historietas que le iba proponiendo. La pasión que le ponía se desbordaba. Al final, decidí que era mucho mejor ponerme a pulir sus diálogos y el storytelling.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Está saliendo en Estados Unidos, en Image Comics, una miniserie de terror en la que sitúo la historia en el mundo de la santería, el vudú y las religiones afrocaribeñas. No quería escribir una historieta de zombis devoradores de carne humana, así que es una especie de «retorno a los orígenes» del zombi y el vudú.