La Fundación Picasso también está de celebración. El 130 aniversario del nacimiento del insigne malagueño, el pasado 25 de octubre, ha sido el motivo de su nueva exposición, que reúne un total de doce piezas pertenecientes a las últimas adquisiciones realizadas por la Casa Natal en 2009 y 2010. En esta compras, valoradas en total en 250.000 euros, destaca un ejemplar del libro ilustrado Las metamorfosis de Ovidio, considerado uno de los más bellos del siglo XX.

Mario Virgilio Montañez, responsable de promoción cultural de la Fundación, comentó que es el primer libro ilustrado por Picasso después de haber leído el texto. «El editor Albert Skira le propuso a Picasso que ilustrara en principio un libro sobre Napoleón, pero el malagueño rechazó esta propuesta al considerar que era un personaje lamentable», relató Montañez.

A partir de entonces, Picasso le contó a Skira que había soñado que se transformaba en pez y éste le recomendó que leyera «las metamorfosis». A Picasso le encantó y no sólo creó los quince grabados comprometidos, sino que hizo un total de treinta por el mismo precio acordado.

La exposición, que podrá contemplarse hasta el 19 de febrero de 2012, está compuesta además por una cerámica, un libro-carpeta con cuatro litografías y seis grabados, de los que dos pertenecen a la famosa Suite Vollard (Mujer coronándose de flores (1930) y Mujeres reposando (1931), una serie de cien grabados realizados entre 1930 y 1937 y considerados la cumbre del clasicismo en Picasso.

La cerámica Rostro (1960) está decorada por ligeros y enérgicos toques de pincel, una pieza con gran economía de medios.

La carpeta de grabados Cuatro litografías, editada en 1923, reunidos por el prestigioso crítico Marius de Zayas, propició la primera exposición de Picasso en Estados Unidos. Las cuatro imágenes, con el escenario compartido de una playa limitada a su mínima expresión, impresionan por la combinación de placidez y dinamismo.

La colección muestra el linograbado en color Hombre barbudo coronado de pámpanos (1962), que retoma el mundo báquico tan grato a la sensibilidad mediterránea de Picasso, como la litografía Muchacha con sombrero (1959), que homenajea los modelos lánguidos de Lucas Cranach con la opulencia del cuerpo que en esta pieza se relaciona más con los del barroco Rubens. Estas adquisiciones se completan con el aguafuerte Jugadoras de pelota (1932), que a pesar del tratamiento radicalmente surrealista, mantiene el carácter lúdico de la escena, y la litografía de la serie 159, que recoge a dos amantes abrazados a los que contempla un personaje barbudo decimonónico, que constituye un homenaje a Edgar Degas.