­Son sólo cuatro ejemplos de los bastantes que han florecido en los últimos meses en nuestra capital y provincia. Locales de mediano o pequeño aforo empeñados en exponer las creaciones de artistas noveles y en crear afición. En tiempos del tijeretazo cultural en los presupuestos públicos son ejemplos de futuro.

Propuestas desde el subterráneo de Gaona

La cripta del IES Vicente Espinel (Gaona) es desde hace unos meses un espacio cultural de lo más singular, «una hoja en blanco, un lugar donde abrir las mentes, los ojos y los oídos para descubrir nuevas propuestas», nos cuenta Alberto Jiménez, uno de los responsables de un local que se llama, cómo no, La Cripta. «Desde la directiva y el consejo escolar del instituto han sabido ver la necesidad de habilitar espacios para la cultura, ya que son conscientes de la importancia de prolongar la educación más allá de las aulas. Este apoyo supone un respaldo importante para que La Cripta pueda convertirse en un espacio independiente y autogestionado», ahonda.

Conoció ese espacio durante el rodaje del documental Sombra en el paraíso, que produjo, y La Hora Feliz, el show de Caramala que también organizó. Allí vio el lienzo en blanco que ahora llena de propuestas de todo tipo. ¿Qué aporta al panorama cultural malagueño este recinto? Jiménez, licenciado en Historia y responsable de la productora multidisciplinar Malaparte, lo tiene claro: «En Málaga existe un vacío importante, que son los espacios culturales de pequeño aforo. Para los artistas es fundamental que existan salas que les permitan transitar de los bares a los grandes espacios escénicos. Desgraciadamente, la normativa impide desde hace muchos años que puedan constituirse esos espacios (teatros independientes, café teatro, salas de pequeño aforo…) y para una ciudad de las características de Málaga, esto supone un importante hándicap para el desarrollo de los artistas». Para el responsable de La Cripta su proyecto y los otros de similares características son una apuesta que se adapta al futuro del consumo de la cultura: «La cuestión es que durante años ha sido una cultura subvencionada, de modo que se ha acostumbrado a la gente a no pagar, y por tanto no valorar el trabajo del artista. Ahora nos enfrentamos a un nuevo panorama en el que las instituciones públicas no tienen capacidad para financiar ese acceso gratis a la cultura, y un desafío va a ser acostumbrar al público a pagar por disfrutar de la cultura». Mientras, Jiménez y su equipo no pararán hasta «articular una propuesta que produzca, exhiba y distribuya muy diversas propuestas culturales. Además de articular un circuito local y nacional con otros espacios independientes, de manera que el crecimiento sea continuo».

El sueño de un trocito de Berlín en Málaga

¿Le apetece ver hoy, aburrida tarde de domingo, una película de Andrei Tarkovsky? En el Espacio Anfibio programan actos así. En la calle Amargura, cerca de la Plaza de la Victoria, la Asociación Cultural Gusarapo ha abierto un recinto de lo más ambicioso. «Queremos producir obras artísticas, organizar exposiciones, impulsar el intercambio entre artistas, organizar talleres y conferencias... Nuestro sueño sería ser un trocito de Berlín en Málaga», nos dicen. No es un mal plan, desde luego. Los gusarapos surgieron en Granada hace once años, y desde hace un mes se instalaron con una programación de lo más estable e interesante, funcionando «como una iniciativa independiente con el apoyo de todos los socios, mucho ingenio y mucho reciclaje».

De momento, la reacción de los malagueños es de lo más positiva: «Está resultando excitante ver la respuesta de la gente. Los que vienen al Anfibio repiten, se sienten a gusto y libres para crear y compartir ideas. Es la casa de todos y todo el mundo que viene nos felicita por haber conseguido crear una atmósfera como la que hay». Ellos proponen «una reflexión crítica sobre la cultura en un lugar abierto y multidisciplinar en el que llevar a cabo nuevas iniciativas». Y, además, claro, proponen divertirse y hacer que los demás se diviertan. De momento lo están consiguiendo. Más información sobre la programación de Espacio Anfibio en su blog: http://espacioanfibio.blogspot.com –también presentes en Twitter y Facebook–.

Cómo convertir un salón en una galería de arte

­«En otoño de 2010, descansando en mi sofá naranja decidí convertir mi salita en una galería de arte, un espacio para exponer obras de artistas noveles y consagrados, huyendo de espacios expositivos convencionales y comerciales». Así recuerda Francisco Javier Toro Martín, artista y concejal de Cultura de Archidona, la génesis de La Sala de Blas. Once muestras individuales y una colectiva, performances, microconciertos, lecturas íntimas, talleres teatro y la realización de programas radiofónicos avalan la calidad de «este espacio íntimo ofrecido al arte, un espacio de convivencias y de intercambios entre artistas».

Es una casa de la arquitectura popular andaluza del siglo XIX convertida en el contenedor para el arte más actual. «Es original que las obras expuestas convivan con el televisor del artista, con la mesa camilla o con el sofá... Las paredes han cambiado de color según la muestra, y ya han sido granates, verdes, grises, moradas, amarillas, azules o empapeladas con planos de Roma», detalla el creador, que, por cierto, no recibe comisiones de los artistas que confían en su espacio.

Este convencido de la necesidad de «iniciativas que nazcan del ámbito creativo y destinadas para los jóvenes con inquietudes artísticas» no lo tiene fácil para agendar su espacio: «Me cuesta el dinero programar, conseguir mis objetivos. Pero me estoy haciendo rico en sensaciones: soy quizás una de las pocas personas que cada mes convive con diferentes obras de arte; veo la televisión, navego en internet rodeado de fotografías, pituras o de instalaciones. Es un lujo, así que me olvido del gasto». Mientras disfruta y recibe llamadas de artistas que quieren exponer en su casa, Toro Martín nos avanza que La Sala de Blas «tendrá programación estable el año que viene». Más información en http://lasaladeblas.blogspot.com.

Canciones para la unión y el apoyo mutuo

­El colectivo de músicos malagueños Pam Music gestiona, en convenio de colaboración con la empresa andaluza de Gestión de Instalaciones y Turismo Inturjoven –dependiente de la Junta de Andalucía–, el Albergue de la Música, «un centro pionero de innovación musical y cultural en la región que ofrezca todo tipo de servicios musicales tanto a músicos, técnicos y profesionales del espectáculo, como a todo tipo de público aficionado», nos dice Ana García, la «madre» del proyecto. El Albergue Inturjoven de la Música, en Torremolinos, ofrece estudios de grabación, siete salas de ensayo para grupos, auditorium... Es un ambicioso plan que cuenta con la participación como docentes de músicos de Danza Invisible, Tabletom, Chambao, Garganta Profunda Jarrillo´Lata. Desarrollan iniciativas tan interesantes como actividades para la educación musical para niños, sesiones de musicoterapia para mayores y embarazadas y hasta turismo musical, ofertas de alojamiento con ensayo, estudio de grabación y actuación para músicos de otros puntos geográficos. Ana García y sus colaboradores están apasionados con el Albergue. «Estamos muchas horas trabajando sin cobrar un euro. Hacemos uso del trueque: por ejemplo, hace poco en el Albergue organizamos un conciertos y no contábamos con un equipo de luces para el escenario; hicimos un intercambio de servicios con El Profe, de La Quinta del Sordo, que nos prestó su equipo a cambio de unas horas de grabación en nuestro estudio. Son tiempos de unión, de apoyarnos y ayudarnos unos a otros; si no, estaríamos perdidos». García lucha por que en un futuro pueda ver «un tránsito colosal de músicos y amantes de la música por los pasillos del Albergue». Más información en: http://www.inturjoven.com/albergues/malaga/albergue-inturjoven-de-la-musica.html.