Los desgarradores espejos cóncavos de Luces de bohemia vuelven a los escenarios de la mano, esta vez, del Centro Andaluz de Teatro (CAT), que desde mañana y hasta el próximo sábado (21.00 horas) ofrece en el Teatro Cánovas su nuevo montaje, La noche de Max Estrella, un monólogo que persigue los desdichados pasos del protagonista de la obra de Valle-Inclán. El veterano actor Carlos Álvarez-Novóa es el encargado de dar vida al andaluz poeta ciego que pasea sus miserias por las calles del Madrid de principios de mil novecientos.

Francisco Ortuño, director del CAT, firma la dramaturgia y la dirección de esta propuesta –creada en colaboración con el Centro Dramático Galego– que gira en torno a «un planteamiento pictórico de imágenes» que el invidente protagonista escucha, o cree escuchar, y ve, o cree ver» y que, por tanto, requiere de la implicación del patio de butacas. «Nos cuesta ver, y por eso necesitamos mirar. También nos cuesta escuchar, y por eso necesitamos oír», relata Ortuño.

Álvarez-Novóa se enfrenta en soledad al público, aunque dialoga con las voces de una veintena de actores, en su mayoría andaluces, que hacen entrar y salir de escena a personajes como Serafín el bonito, Zaratustra, La vieja pintada, El ministro, Rubén Darío, Dieguito, El preso, Don latino... La ambientación viene dada por una cuidadísima producción de fotografía digital, pinturas y vídeos que, al igual que las voces, interactúan con el protagonista. «No desaprovechen esta oportunidad porque el montaje de Luces de bohemia nunca se había realizado desde este enfoque, tan desgarrador», sostiene Álvarez-Novóa.

Una obra sobre el futuro

Para Francisco Ortuño, Luces de bohemia –al igual que La noche de Max Estrella, donde se respetan los textos del autor gallego y que ha sido creada para conmemorar el 75 aniversario de la muerte del escritor– realiza una denuncia permanente hacia la sociedad que está por venir. «Hay una fuerte actitud política en este ciego que denuncia las posiciones de poder. Esta obra no es contemporánea, es una obra de futuro, porque no señala lo que ocurrió hace cien años sino lo que nos queda aún por pasar».

A Max Estrella le toca vivir en una España deforme e injusta en la que, según relata Ortuño, «escribir significa pasar hambre», y en la que, tanto ayer como hoy, «el dinero manda sobre todas las cosas». Incluso considera el director del CAT que Valle-Inclán fue el primer indignado. «A través de esta obra se entiende que estamos en la misma situación», matiza.

Dicen que el esperpento nació con Luces de bohemia y que su cualidad más característica es la deformación de la realidad para así poder criticarla con mayor énfasis. Aunque puede que el esperpento tan solo sea nuestro propio reflejo visto por los ojos del ciego Max.

«Es el personaje que más me ha marcado»

Carlos Álvarez-Novóa sostiene que Max Estrella, personaje que encarnó a comienzos de los años ochenta, ha sido el que más le ha marcado en su dilatada trayectoria. «Ha sido un personaje fundamental en mi vida: hay algo en mí en el mundo interior de este poeta ciego y muchas cosas de las que dice o piensa yo también las pienso, aunque quizás no con tanta dureza». Álvarez-Novóa (Asturias, 1940) inició su trayectoria como actor en 1957 y ha participado en los montajes teatrales de mayor éxito en los últimos años. En 1999, obtuvo el Goya al mejor actor revelación por su trabajo en Solas.