Fue en noviembre de 2003 cuando Flamenka abrió sus puertas en un coqueto local de Galerías Goya, en la plaza Uncibay. Desde este espacio dedicado a todo lo relacionado con el arte jondo, su propietario, Paco Roji, se propuso en cuerpo y alma volver a sembrar entre los malagueños la perdida semilla del flamenco.

Tanto el nacimiento de la desaparecida bienal Málaga en Flamenco –cuyas dos únicas ediciones se celebraron en 2005 y 2007– como la apertura del Museo de Arte Flamenco en la nueva sede de la Peña Juan Breva, en 2008, hacían presagiar un prometedor futuro al establecimiento, que se trasladó a su ubicación actual –en el Pasillo Santa Isabel– en febrero de 2007. Pero la compleja situación económica y el abandono institucional que el género ha sufrido en los últimos años han llevado a Roji a tomar una triste decisión: cerrar las puertas de Flamenka, una de las poquísimas tiendas especializadas en flamenco Andalucía.

«Está todo muy castigado. El flamenco está muy abandonado y hemos decidido cerrar Flamenka antes de que la cosa se ponga peor», sostiene este malagueño enamorado, sobre todo, de los cantaores, tocaores y bailaores locales. Los de antes y los de ahora.

Será a mediados de febrero cuando Flamenka eche el cierre definitivo. Hasta entonces, todos los productos de la tienda presentan un atractivo descuento por liquidación. Flamenka no ha sido durante todos estos años únicamente el mejor lugar donde encontrar los discos Enrique Morente, Juan Habichuela o Daniel Casares, el negocio regentado por Paco Roji también servía de escenario a las nuevas promesas y de punto de encuentro de aficionados y flamencólogos. Roji, un auténtico agitador cultural, nunca abandonó la programación de recitales y charlas en su local. Y a él acudían tanto escuelas de extranjeros como tour operadores de toda la provincia para pedir asesoramiento sobre las actividades flamencas en Málaga. «A nivel de difusión habíamos creado toda una maquinaria en Flamenka como punto de información», sostiene.

Roji nunca ha sido conformista. Ni siquiera en los tiempos de bonanza, cuando acudía a las presentaciones de los programas de Málaga en Flamenco y llamaba la atención a los políticos sobre el raquítico sistema de venta de entradas que ofrecían al público al que iban destinadas dichas actuaciones. Ahora también se lamenta al comprobar cómo, en la programación cultural que remite mensualmente el Ayuntamiento, «ni siquiera se hace mención al Museo de Arte Flamenco ni a las actividades de la Peña Juan Breva».

Aún así, Roji no ha cesado de buscar fórmulas para mantener viva la llama del flamenco y actualmente prepara la presentación de un libro dedicado a La Repompa de Málaga –cantante sobre la que ya firmó el documental La Repompa 70–, y el primer Rockberto Festival, concierto que se celebrará el 4 de febrero en la Sala Vivero con la finalidad de recaudar fondos para montar la exposición ExpoRockberto 61 en el Albergue de la Música de Torremolinos.

Con o sin establecimiento, el espíritu de Flamenka seguirá intacto mientras que a Roji le queden fuerzas. Ojalá le quede mucha.