El diestro malagueño Javier Conde afronta el inicio de una temporada taurina en la que dejará a un lado la faceta empresarial que ha desarrollado en los últimos años al frente de la plaza de toros de La Malagueta. Su primera actuación del año tuvo lugar el pasado 29 de enero en la localidad madrileña de Ajalvir

¿Con qué perspectivas se presenta esta temporada?

Antes me angustiaba más, pero ahora tengo más serenidad. Siempre que ha surgido algo importante en mi carrera ha tenido mucho eco, y espero que este año suceda igual. Está todo el mundo a la expectativa, un poco frío por las circunstancias actuales. El mundo del toro también se va reestructurando, y realmente no sabemos muy bien por dónde va.

Tras su ruptura con Curro Molina, de momento no tiene apoderado...

Tengo una cosa prácticamente hecha, que espero cerrar muy pronto. Además, Simón Casas siempre va a estar aquí. Él es un amigo, un consejero, y ya ha estado trabajando a primeros de año. No me ha podido incluir en los carteles de Fallas, pero si Dios quiere estaré en julio en Valencia.

Partimos de un año 2011 muy complicado, sobre todo en Málaga...

Desde inicios de fraguarse el proyecto empresarial se cruzaron las cosas. Fernando Puche, sin yo saberlo, gestionó mal la reaparición que José Tomás nos regalaba en Málaga, y que finalmente fue en Valencia. Por su propia decisión le dijo que no y eso marcó el final del enlace de este figurón del toreo con Málaga. Luego vino la cuchillada de anunciar que se rechazaba la prórroga en la presentación de los carteles, algo que también desconocida.

¿Notó la presión de las dos tardes en las que estaba anunciado?

Mucho, sobre todo en la corrida de Sorando, en la que tenía muchas esperanzas y que sin embargo fue un fracaso total en el ruedo por el juego del ganado. Además, todo lo que había sucedido anteriormente provocó un mal irreparable que me trastocó totalmente y creó mucha desconfianza en la afición y en mis propios compañeros. Después de todo el trabajo previo, esa espantada me creó una angustia enorme.

¿Cuando se va a solventar la deuda que se mantiene con la Diputación?

No tengo constancia alguna de cuentas ni de deudas. Puche siempre ha dicho que era el empresario, que ponía el dinero y que por eso era el que hacía y deshacía todo; y parece que sólo se acuerda de los socios a la hora de pagar. En este sentido, lo único que sé con certeza es que yo no he cobrado mis honorarios como torero por la pasada Feria. Es la primera vez que me sucede, y todos mis compañeros lo han hecho.

¿Que el empresario no ha cobrado?

Yo vivo de lo que toreo y facturo con una sociedad diferente a la de esta empresa. En estos últimos años, como parte de la UTE siempre he cobrado menos de lo que lo había hecho anteriormente en Málaga, pero como vivo de esto no he tenido más remedio que comunicarlo a la comisión de seguimiento y a la Diputación.

¿Podría suponer esta denuncia algún perjuicio para Málaga en el futuro?

Lo desconozco, pero he tenido que comunicarlo porque el sindicato que me protege como torero debía tener constancia de que no me dejan cobrar, cuando puedo demostrar que en los últimos veinte años he cobrado. El torero siempre ha estado apartado del empresario.

¿Se ha tenido en Málaga demasiada dependencia de José Tomás?

No lo podemos negar, la tauromaquia está pendiente de un torero. Estamos hablando de un personaje histórico, de un torero abismal y de una circunstancia irrepetible. Por tanto es normal. Málaga no ha basado la gestión taurina en la presencia de José Tomás, pero era un regalo que quisiera torear en La Malagueta. Es una pena que se haya frenado esa relación, que él deje de sentir que esta es su plaza talismán.

¿Tras salir de la empresa, tiene miedo a cómo se le trate como torero en La Malagueta a partir de ahora?

Yo he sido un colaborador artístico para que estuvieran los mejores toreros y las ganaderías más emblemáticas, no he estado cerca del negocio. Sólo he luchado por eso, y que a pesar del movimiento de corrales se ha conseguido que vinieran. Desde que nací he luchado por Málaga, y no me puede dejar de la mano porque aunque lo haga yo me agarraré a ella como pueda. No sé si contarán conmigo o me dejarán abandonado; aunque no me cabe duda que esta nueva empresa cuando ha tenido que contratarme siempre han contado conmigo. Lo único que les pediría es que protejan a los toreros malagueños.

¿Cómo definiría su toreo?

No se puede estar 25 años de tu vida fingiendo, eso no lo consigue ni el mejor actor. Es la expresión más profunda de mi sentir que me nace cuando estoy delante de un animal y me hace olvidarme. Es mi manera de ser fiel a la tauromaquia, podría haber tirado por otros caminos, pero sólo ser fiel a lo que siento. Eso te permite ser libre y que te fluya la creación constantemente. Ya no tengo tiempo para cambiar y sólo busco la lentitud, el clasicismo, la improvisación y el temple. Afortunadamente, en el campo consigo hacer cosas inverosímiles en el ruedo y que sueño con poder hacer en una plaza.

¿Cómo vive toda la guerra actual por los derechos de imagen que ha emprendido el G10?

Me preocupa que haya un subgrupo dentro de todos los toreros que nos jugamos la vida. Debe haber un diálogo sin enfrentamientos, y también me preocupa que personas que no tienen la misma visión que yo me representen sin haberme consultado. Cada uno se representa a uno mismo, y lo que hace falta es más coherencia, protección, libertad y unidad. No me gustan los lugares en el podio, porque hay toreros desconocidos con una importancia enorme y que me merecen todo el respeto del mundo; y también hay gente con más éxito que el que se merece.