Es uno de los rostros más populares de la pequeña pantalla y uno de los más prestigiosos del teatro. Estos días está de gira con «Juicio a una zorra», en la que interpreta a la mujer más odiada de la historia, Helena de Troya.

¿Cómo es su Helena de Troya? ¿Qué le atrajo de este personaje para darle vida sobre las tablas?

Me atrae todo, desde el formato en sí, el hecho de que sea un monólogo. Ella va a contar la historia en primera persona. Como bien dice: «Esta noche las palabras las voy a elegir yo». Depende de quién cuente la historia, el ser humano tiene una opinión de la vida. Esta Helena es una mujer que la historia ha cogido como cebo para culparla de todo, es la culpable de la guerra de Troya, es la culpable de abandonar a un hijo, es la culpable de traicionar a un marido... Y es un personaje que, tal como lo ha escrito Miguel del Arco, tiene un gran sentido del humor. Solo se puede sobrevivir si uno tiene sentido del humor en la vida. Y ella lo mantiene, pero el dolor a veces puede.

¿Cómo ha trabajado a este personaje?

Como cualquier otro. Yo trabajo mucho desde la palabra y este texto es muy brillante. Tiene todo el jugo y todo el juego para moverte cómodamente en el escenario porque está muy bien armado. Y yo baso todo en las palabras. Es todo lo que tengo, la palabra y yo. Ha sido fácil porque Miguel del Arco es un director buenísimo y está en un momento de su carrera brillante y yo he tenido la suerte de estar en sus manos.

¿Cómo se soporta la tensión de tener todo el peso de la obra?

La seguridad te la da un texto potente. Eso arrastra. Sabes que empiezas y acabas tú y que el pie te lo das a ti misma. Lo que pasa es que hay un silencio en el público que te va llevando a que vayas subiendo aquella montaña. Es como empezar abajo y subir una cima, pero es algo muy gozoso de hacer. No pienso en la dificultad que tiene sino en el placer que da.

Hace unos meses apareció en Aída. ¿Piensa en volver a la serie?

No. Es un personaje que está en mi pasado, hace muchos años que no forma parte de mi vida, lo único es que fui de visita hace unos meses y ya. No es una vuelta ni muchísimo menos. La quiero mucho, pero forma parte de mi pasado.

¿La popularidad del personaje de la serie fue una losa?

No, la popularidad es difícil de llevar para cualquiera. Un actor no le puede dar todo a un personaje porque te quedas muy vacío. Yo estuve muchos años con ese personaje como estuve con otros, pero es un personaje que tuvo mucha repercusión. La popularidad es un problema que la gente no ve, porque no puedes ver, creo que hay muy poca gente que trabaja para ser popular, no es mi objetivo. Pero nunca estás preparado lo suficiente para ser reconocido continuamente por la calle, lo tienes incorporado con el tiempo, pero nunca se está preparado.

¿Qué representa el teatro para usted, es el medio en el que se siente más cómoda?

Es lo que más he hecho en mi vida, pero me da igual el medio que sea, yo lo hago desde el mismo lugar. En el teatro es el medio en el que siento más cómoda, porque es el que más fácil me resulta, es el que más domino porque es donde más armas tengo, en el cine estás en manos de una sala de montaje, no eres dueño de lo que pasa, y el teatro tiene la repetición y en la repetición está la perfección. Si repites todo los días lo mismo puede que llegues a ser un día casi, casi perfecto. Eso es muy difícil en otro medio, porque se pueden quedar con la toma que tiene mejor luz pero tú estás para matarte, por eso mi lema es «haz todas las tomas bien que no sabes con cual se van a quedar».

¿Y el cine?

El teatro es como una experiencia vital, el medio que más difícil me parece es el cine porque no tiene rácord emocional, porque empiezas a rodar la película por el final que mueres y luego que naces, y al día siguiente no sabes como estás, yo admiro mucho a la gente que es tan buena en cine porque es muy difícil.

En cine la hemos visto en películas muy poco convencionales como Lo que sé de Lola o La mujer sin piano. ¿Qué cine le interesa?

Me gusta el cine. Éstas son dos películas de un director como Rebollo que tiene una mirada muy especial, pero también hago otro cine, pero no creo que sea muy convencional, me gusta hacer la comedia más dispar y nada tiene que ver con La mujer sin piano, pero es una película muy bonita, tiene muchos ingredientes que me gustan, pero no tengo un rol concreto. Me atraen muchas cosas. Eso que parece imposible, eso lo quiero hacer yo. No me asustan los retos, me gustan, me ponen, me mueven. Es un motor para no quedarte quieto.

Fue muy alabada por la crítica y el público con la obra de teatro La tortuga de Darwin.

Yo tengo una trayectoria teatral de antes y durante mi etapa en televisión y es muy raro que haga dos personajes que se parezcan. Normalmente, cuando me ofrecen un proyecto me gusta que me sea completamente desconocido. No creo que haya dos aídas nunca, ni dos tortugas.

¿Comedia o drama?

Me es indiferente, me lo paso muy bien haciendo drama. Y eso que parece que cuando uno hace comedia se lo pasa muy bien. Pero no necesariamente te lo estás pasando bomba porque el público se esté riendo. La comedia cuesta mucho, requiere de mucha técnica y de mucho sentido del ritmo, que si no lo tienes da igual tener vis cómica. Es más elaborada porque tiene que llegar a un resultado concreto, tienes que trabajarla desde la frialdad porque tienes que ir a un resultado, la risa. El último que te tienes que reír eres tú. Nos hartamos de decir que parece que un actor de comedia no tiene mérito y sí tiene mucho cuando uno llora y grita, pero te puedo decir que es casi al revés.