El mono espabilado es su primer disco autoeditado, algo que le habrá proporcionado más libertad pero también mayor trabajo. ¿Cómo ha sido la experiencia?

La industria se ha venido abajo en los últimos años, y el disco se ha convertido casi en un objeto promocional que sirve para decir que tienes nuevas canciones, un nuevo espectáculo... Pero ya no hay negocio, no se gana dinero con él. Por eso no tenía sentido seguir con una gran compañía; y claro, las responsabilidades que asumían ellos las asumimos nosotros. Respecto a la libertad, la verdad es que yo nunca tuve la sensación de falta de libertad. Lo bueno es que el pequeño pastel ahora hay que repartirlo menos.

¿Es más difícil la promoción, acceder a las cadenas de radio, sin una gran compañía detrás?

A las radios ya no llegaba antes... Y estaba con Sony. Eso es un problema que no tiene que ver con las compañías, sino con que las radios solo programan un determinado tipo de música. Con este disco sí hemos tenido una buena cobertura en Radio Nacional, en Radio3, pero en general los medios no están interesados. Sacar un disco nuevo ya no es noticia y parece que hay que inventarse algo para que te hagan caso. Los medios se han distanciado de la música y, poco a poco, nos vamos quedando muchos fuera.

En este disco habla mucho del ser humano. Por muy importantes que nos creamos no somos más que monos espabilados, ¿no?

El ser espabilados fue lo que hizo que la especie humana se separara y evolucionara, pero a veces creo que nos falta eso precisamente, ser más conscientes de nuestro potencial como especie. El ser humano puede leer libros, pensar, hacer música, aunque parece que preferimos quedarnos en ‘stand by’. Y en este disco sí que hablo mucho del ser humano y muy poco de mí, al revés de lo que ocurrió en Vidas. Es un disco más universal, más hacia fuera, en el que intento comprender cosas sobre nuestra especie.

¿Y lo ha logrado? ¿Entiende ahora mejor al ser humano o ha perdido ya la fe en él?

Se ven cosas que son realmente dramáticas. Hoy veo lo que ha ocurrido en Valencia y no me lo puedo creer; no sé qué tiene que tener una persona dentro para aporrear a un adolescente. ¿Cómo se puede justificar eso? Con estas cosas sí que se pierde la fe, aunque luego se recupera al ver a los estudiantes seguir luchando y multiplicando su presencia en la calle.

¿Demasiada Gente tóxica? Y si a esa «mente flácida» a la que canta usted se une el poder...

Hay mucha más gente tóxica de la que podemos imaginar; gente que desprende mal rollo. Y sí, eso es lo que se ve últimamente. Parece que la llegada al poder del PP ha hecho que se venga arriba esa cosa arrogante y abusiva de algunos.

Le devuelvo una pregunta que hace en Caperucita Roja: ¿Quién nos robó el candor? ¿Y cómo podemos recuperarlo?

No sé cómo se recupera... De perderlo hay dos maneras, sutilmente o violentamente, abusando de un menor, por ejemplo. En general el sistema en el que vivimos tiende a robarnos el candor, antes incluso de que nos demos cuenta. Esa inocencia, esa pureza, es algo que no vende, que parece que no cabe en esta estructura que hemos creado.

A Málaga vendrá al Teatro Cervantes pero no olvida sus comienzos y suele tocar en pequeños recintos. ¿Le gustan las salas de aforo más reducido?

No es cuestión de lo que me guste... He tocado en todo tipo de lugares y ahora estamos viviendo un tiempo especial en el que se está volviendo a estas salas, que es algo que me gusta; es agradable tener al público cerca. Antes las giras eran mucho por teatros porque había mucha contratación por parte de los ayuntamientos, pero todo eso se ha ido acabando y eso ha hecho que se aviven otros circuitos.

En 'El mono espabilado' han colaborado Iván Ferreiro y Miguel Poveda...

Dos artistas a los que admiro muchísimo y con los que tenía en mente trabajar desde hace tiempo. Son muy distintos, somos los tres muy distintos, pero esto demuestra una vez más que en el fondo no estamos tan distantes, a pesar de los estilos; que la música siempre une.