Ha sido también consejero de Antena 3 y presidente de la Asociación de Editores de Diarios Españoles. Mantiene la pasión por el periodismo, que casi siempre ha contemplado desde el prisma empresarial.

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: ¿El periodismo era la prehistoria de Twitter?

No. Un periodista contrasta las fuentes, y Twitter no está en ello aunque sea un medio de comunicación. La intención del periodismo es dar voz a quienes no la tienen.

Los periodistas españoles todavía no son asesinados, aunque parece que todo se andará.

Eso es una exageración, que sólo sucede en la ficción y en otros países sin libertad de prensa como Siria o México.

¿Ha tenido usted ganas de asesinar a un periodista?

Al contrario. Siempre he estado en la empresa, en el otro lado, pero era transversal y entendía que los periodistas son el auténtico motor de los medios, y que la información se resiente si se actúa sobre este músculo. El asesinato de un periodista es la excusa para desvelar una trama en un periódico que se hunde, como tantos por desgracia.

¿La información es cara de fabricar y barata de comprar?

Sí, rotundamente. Ha sido malvendida e incluso regalada, un fallo que estamos pagando.

¿Y en el mal sentido de la palabra comprar?

También es más barata. A menos anunciantes, menor independencia, por lo que se hace más accesible a los poderes de todo tipo. Se piensa más en los gobernantes que en el lector.

Feliz idea, los periódicos gratuitos como su ADN.

Era una idea feliz y posible cuando se concibió, porque éramos un poco ingenuos. Queríamos llegar a ciudadanos no muy lectores y que no iban a comprar un periódico, nadie esperaba que la crisis publicitaria arrasaría con todo.

¿Cómo seríamos sin prensa?

Menos libres y más conformistas.

Al periodista sólo le importa la noticia.

Noticia es incluso lo que se da en Twitter, al periodista le debería importar mucho más la historia. Tendría que matar por contar buenas historias. Debería ir a por todas, y hoy no se está haciendo.

¿Qué periodismo inventó Antonio Asensio?

Un periodismo resuelto a hablar absolutamente de todo sin compromisos, porque entonces era más fácil no tenerlos. Hubo injerencias del Gobierno, pero nada se dejaba de publicar y así nos fue. Buscaba el negocio porque le daba independencia, y reinvertía en nuevas publicaciones.

¿Qué hubiera hecho Asensio con el caso Urdangarin?

En su época no hubiera frenado nada, aunque hubiera exigido todas las comprobaciones y cautelas.

Por fin, alguien destapa quién manda en las redes sociales.

Más que la manipulación, me preocupa la vigilancia. Antes estábamos monitorizados en el sentido publicitario pero, cuando entras en contenidos gratuitos como las redes sociales, el producto eres tú mismo. Estamos vigilados, pueden predecir qué pasará con los movimientos sociales. Me angustia esta situación.

¿Por qué tratamos como si fueran ONGs a las empresas Twitter, Facebook o Google?

Han conseguido algo que el periodismo no logró nunca. Nos han hecho fuentes abiertas, exponemos nuestra intimidad sin prevenciones. Desde que aceptas la pérdida de privacidad descrita en los ocho folios de Google que nadie lee, tu historia se hace imborrable.

Los ministros no llaman a los periodistas, sino a los editores.

El ministro acaba llamando al editor, pero es complicado segmentar una empresa periodística, y los periodistas dan la auténtica imagen de su cabecera. El problema surge cuando el periodista de base se autocensura, porque cree que el lugar donde trabaja tiene ciertos compromisos. El peor virus del periodismo es la autocensura.

El 15-M surge al margen de periódicos, radios y televisiones.

Perfectamente. Son ciudades intercambiables, pero el poder sigue estando en Madrid.

¿Su novela barcelonesa podría transcurrir en Madrid?

Perfectamente. Son ciudades intercambiables, pero el poder sigue estando en Madrid.

¿Un periodista es alguien de quien puedes desconfiar con toda confianza?

Siempre he confiado en los periodistas, o por lo menos lo he intentado. Los habrá sometidos a intereses, al igual que sucede entre los médicos, y han de entender que son privilegiados por contar historias a los ciudadanos. A mí, un periodista me sirve igual que un médico.