En su última columna decía que escribir era una forma socialmente aceptada de hablar solo. ¿Es así?

Es una posibilidad. Es evidente que si ves a alguien que está hablando solo piensas que está loco y nadie se lo pregunta si ve a un tío escribiendo.

Así que es una manera de disimular...

¿El qué? ¿Que estoy loco? [Ríe].

No, su soliloquio.

Es una hipótesis razonable. Es que escribo por tantas razones que siempre estoy preguntándome por qué lo hago. Realmente creo que uno escribe para averiguar por qué escribe.

Dice que le está costando horrores volver a la ficción después de Anatomía de un instante, con la que casi se vuelve loco. ¿Cómo anda de salud?

Pues regular, como puede imaginar [ríe]. Las dos cosas son verdad. Anatomía fue un libro totalmente loco y yo casi me vuelvo loco escribiéndolo. Es como si uno se mete a escribir del asesinato de Kennedy. Es una paranoia colectiva y hubo un momento en el que me veía en la calle como un homeless y la gente diciendo: «Este tipo parecía que prometía...» En fin, parece que sobreviví. Fue un esfuerzo descomunal escribir ese libro, en el que tuve que prescindir de la ficción, que es como escribir con una mano atada a la espalda, y ahora es un esfuerzo descomunal volver a ella.

Debe de ser difícil desprenderse de un peso pesado como el anterior libro.

¿Sabe qué pasa? Que creo que cuando uno escribe un libro, escribe el libro anterior y lo que hay que hacer es lo contrario. No me gustan los escritores que escriben el mismo libro siempre. En realidad, tienes que escribir contra el anterior libro, o intentarlo al menos, y ese es el trabajo que tengo ahora, en el que estoy, aunque creo que no tardaré mucho en acabarlo.

Hay quien publica más de una novela al año. Usted no es de ésos.

Yo escribo uno cada cuatro años, más o menos. Flaubert tardaba muchísimo también. Yo tardo lo que tardo, pero cada libro tiene el tiempo que necesita.

¿Habrá humor en la nueva novela?

Habrá. No tanto como en otras, en Anatomía no había, bueno, un poquito. En mis primeros libros había más humor y cuando me haga mayor habrá más. Es que ahora tengo 50 años y la edad mediana es una putada, pero cuando tenga 60 escribiré libros de risa. Pero en Soldados también había humor, aunque la gente haya olvidado que lo había en un tema tan importante como la Guerra Civil Pero el humor y la seriedad no son incompatibles y Cervantes es un ejemplo de ello.

¿Puede adelantar algo más de esa nueva obra?

No puedo, mi religión me lo impide. A mí me gusta hablar de los libros que ya he escrito, es una forma de distanciarme de ellos, me divierte, los desmonto... Pero mientras escribo, no puedo.

¿Y es de los que cree que su último libro es el mejor o se queda con el anterior que ha escrito?

Siempre intento que sea mejor el último, pero eso luego lo decide el lector. Yo he sido el autor de Soldados de Salamina y eso, que te recuerden por un libro, ya es mucho.

Bueno, por Anatomía de un instante también.

También. Ser el autor de dos libros ya es muchísimo. ¡Es la leche!

Soldados de Salamina se llevó al cine, ¿no se lo han propuesto con Anatomía de un instante?

Hubo algunas cosas, pero no puedo hablar. Anatomía solo tiene dos posibilidades: o una película americana, y los americanos ya tienen a Kennedy, o una película experimental, que es como el libro, una chifladura, a partir de la entrada en el Congreso de los golpistas. Las dos ideas son descabelladas, pero no es algo que me preocupe.

Ha escrito de la Guerra Civil, del 23-F, ¿no le entran ganas de hacerlo sobre Urdangarin y la monarquía?

Bueno, la monarquía tiene un papel importante en mi anterior libro, pero no, no me dan ganas de escribir de Urdangarin. Yo jugaba al balonmano y admiraba a Urdangarin, como jugador. A lo mejor se tenía que haber quedado jugando, pero se dedicó a otras cosas y parece que metió la pata.

Ante el 29-M, si decidiera hacer huelga, ¿cómo la haría?

Pues no sé cómo podría hacerla, es una incógnita, porque quedarme yo solo delante del ordenador, sin escribir... No lo sé, la verdad. Yo también me lo pregunto.

¿A un escritor le preocupa la reforma laboral?

Como a todo el mundo. Yo pago mis impuestos como todos, o más que muchos.

Pero un escritor no tiene un jefe por encima, una empresa.

Pero a mí también me interesan cosas que no me afectan y que forman parte de aquello que se hace con mis impuestos también.

¿Y ve la luz al final de la crisis?

Salir, saldremos, el problema es cómo. Estamos mal, pero hemos estado muchísimo peor, así que saldremos adelante, sin ninguna duda. El cambio realmente es Europa, no España. El futuro está ahí o en ninguna parte. La crisis es europea y la solución consiste en decidir qué queremos ser de mayores y si queremos una Europa unida. Teníamos una moneda única, pero no una política única. Yo es que soy salvajemente europeísta.

Para terminar, ¿le gusta el libro electrónico?

Sinceramente, no lo he probado. Creo que puede cambiar la industria editorial pero no la literatura. Hay una fascinación infantiloide por cada cacharrito nuevo que sale y eso es una tontería. Al final, hay gente que escribe y gente que lee.