Llevaban semanas en mi timeline de Twitter dándome la tabarra con el estreno de la nueva película de Nacho Vigalondo, Extraterrestre. Sí, el tipo es de lo más interesante de nuestro cine y la cosa pinta la mar de bien, desde luego, pero el hype estaba siendo exagerado, hasta incordiante. Parecía que era el estreno más esperado del celuloide patrio, que iba a reventar todas las taquillas, que iba a poner de moda palabras como tróspido y frutas como los melocotones... Y en su primer fin de semana se comió pocos colines: vamos, no entró ni en el top ten de las películas más taquilleras. Conclusión apresurada: Twitter no es una representación de la realidad y, por tanto, sus trending topics son tan exactos como los espejos de las tiendas de ropa.

Perverso. Pensar que Twitter es un reflejo de lo que ocurre e interesa es perverso: uno organiza su cuenta en función de sus afinidades, pasiones, amores, odios, amistades, intereses profesionales, personales... En suma, que se hace una aproximación a la realidad a la medida propia -así que supone acotar la realidad, por lo que, aunque siempre hay espacio para sorpresas y novedades, normalmente siempre recibirás actualizaciones previsibles, esperables-. Pero, ¿es eso la realidad? ¿Si todos tus contactos son periodistas como tú y analizan en sus tuits las pasadas elecciones y la huelga general, se supone que el resto de tuiteros hacen más o menos lo mismo, que están tan preocupados por ambos acontecimientos como tu timeline y tú? ¿Sí? ¿Hasta los beliebers ésos? De ahí que dijera que se trata de una operación perversa...

Insistencia. Volvamos con Vigalondo: los mismos tuiteros que glosaban las maravillas -no, aún no la he visto- del estreno de Extraterrestre ahora se lamentan de sus exiguos resultados en taquilla. ¿Por qué esperaban otra cosa? ¿Porque entre sus contactos -insisto, generalmente, gente del mismo nicho de mercado y grupo social por intereses y preferencias- todos hablaban con impaciencia y ganas infinitas del filme? Predicar a los conversos, básicamente. ¿O es que esperaban que sus comentarios llegarían a otras personas ajenas a su espectro cuando ellos han elegido o han sido elegidos por semejantes? Elegir o ser elegido, todo básicamente es lo mismo.

Seguidores. ¿Cuántas personas comparten profesión con sus seguidores en Twitter? ¿Un tipo apenas letrado sigue o es seguido por un ávido devorador de novelas? ¿Un fan de, un poner, Carlos Baute comparte comentarios con uno de, otro poner, Radiohead en la red de microblogging? Supongo que quizás haya casos sueltos, concretos, pero me temo que no. Siempre ha sido así, también en la vida real, esa cosa tan antigua.