El estreno de la Casa Chopera como empresaria de la plaza de toros de La Malagueta se producía ayer con la celebración de la IV Corrida Picassiana. La ilusión que parecía reflejar la llegada de estos nuevos gestores entre los aficionados no estuvo acompañada con la asistencia a los tendidos, que registraron una de las entradas más pobres de las últimas temporadas. Quedaba claro que o a la afición no le han gustado los carteles presentados, o no ha entendido la fórmula adoptada para el nuevo abono de temporada que se quiere instituir en nuestra capital.

Pero esa ilusión a la que nos referíamos venía reflejada fundamentalmente por el toro, la base fundamental de esta fiesta, con el que los malagueños habíamos pasado un auténtico calvario en los últimos años. La presencia y el juego en esta primera prueba de fuego eran todo un enigma. En cuanto a la presentación, no sin movimiento previo en corrales como antaño, al final se cumplió. El comportamiento en conjunto de la corrida de Parladé (el Juan Pedro Domecq, que al fin y al cabo es lo mismo, fue el más complicado) fue de más a menos, aunque hubo astados que desarrollaron nobleza y en algún caso casta pese a su flojedad.

Y los hermanos Chopera nos presentaban para esta presentación un cartel malagueño, con el mano a mano que medía a un diestro veterano como es Javier Conde, con otro que acaba de llegar: Saúl Jiménez Fortes. Ambos cuidaron su presentación en el paseíllo picassiano apoyándose el primero en la obra de Eugenio Chicano, y el debutante como matador en la de Antonio Cárdenas; artista canario afincado en Marbella cuya obra servía para engalanar la plaza.

Cumpliendo el guion, Fortes demostró pronto que venía con ganas de pelea. Con permiso de Salvador Vega, injustamente apartado de este cartel por motivos que nadie alcanza a entender, estaba en juego el título de Torero de Málaga. Así, quiso agradar de inicio y propuso una pelea constante en quites que Conde sólo replicó con discreción para cumplir con el trámite. No fue extraño que puntuara primero.

Así, la primera oreja de la temporada malagueña de 2012 fue también la primera oreja de Jiménez Fortes como matador de toros en su tierra. Con un vestido de color ceniza, recordando a la arena del coso bilbaino en el que tomara la alternativa el pasado mes de agosto, dejó de entrada las mejores verónicas de la tarde, rematadas con una buena media. Saludó el picador Plácido Sandoval en el estreno también de la cuadra francesa de Alain Bonijol; mientras que el inicio de la faena brindada a sus paisanos creó grandes expectativas por parte de toro y torero. La primera tanda en redondo con la mano baja no tuvo continuidad por optar el diestro por acortar distancias y terminar por ahogar las embestidas del animal. Precipitando el arrimón, la faena no alcanzó las cotas esperadas pese a quedar patente su valerosidad. Tras una estocada tendida, el público solicitó un trofeo que el palco concedió.

Aún sin premio, más contundencia para mostrar el nivel que puede alcanzar demostró en el cuarto, el único juanpedro que además no tuvo la nobleza de los parladés. El inicio de la faena, brindada al apoderado Antonio Corbacho, fue con los pies juntos pasándoselo por los dos pitones sin enmendarse. En este caso sí que fue entendible, tras otra tanda de mano baja, que mostrara su firmeza entre los pitones. El alarde de valor cobraba sentido ahora, jugándosela con frialdad por los dos pitones. De hecho, resultó prendido sin consecuencias en uno de los numerosos circulares invertidos que instrumentó; una suerte con la que llega a los tendidos pero de la que tampoco se debe abusar. El regreso al mismo sitio sin inmutarse acrecentó su cotización, a pesar de no rematar la labor con los aceros.

En el último, por su parte, volvió a mostrar buen nivel con el capote, del mismo modo que no falló a la cita con quites, como había hecho en los cinco toros anteriores. En este caso fueron chicuelitas muy ceñidas que pusieron el prólogo a una faena de muleta en la que quiso primar el temple. Nuevamente recurrió a las cercanías; sobresaliendo las manoletinas finales y una estocada con entrega, por lo que el público nuevamente le concedió otro trofeo con el que dio una vuelta al ruedo a hombros, aunque no pudo salir por la puerta grande.

Javier Conde, como decíamos anteriormente, tampoco pareció venir con ganas de guerra. Por primera vez en cinco años llegaba sin la presión de ser el empresario. Ahora no era él quien tenía la culpa de verse anunciado en los carteles, pero el resultado final no cambió mucho del que nos tiene habituados en las últimas campañas. Sólo en el segundo de su lote quiso justificarse. Así, tras quedar inédito en los primeros tercios, brindó al respetable para iniciar una faena muy vertical con episodios estéticos, aunque carente de profundidad. El burel, noble pero sin transmisión, tampoco le ayudó a completar una faena en la que quedaron los remates como lo más destacado. Saludó desde el tercio.

Antes, con el que abría plaza, no estuvo a la altura del toro, que se desplazó en el capote con calidad por ambos pitones. Le pegaron con dureza en el caballo, y así llegó muy parado a la muleta. Las probaturas, todas por la derecha, le llevaron a tomar la espada entre algunas protestas. Más fuertes fueron en su tercero, con el que saludaron sus subalternos Paco Peña y Óscar Reyes en banderillas. Con dudas y dando siempre el toque hacia fuera, nuevamente tiró por la calle de en medio ante un toro que no pareció ser un barrabás.

La corrida

Cinco toros de Parladé, correctos de presentación, flojos y de juego desigual. Destacaron los tres primeros por nobles. Un toro (el cuarto) de Juan Pedro Domecq, complicado. Javier Conde: estocada honda perpendicular (silencio), estocada honda y descabello (saludos desde el tercio) y pinchazo, media y once descabellos (pitos tras aviso). Saúl Jiménez Fortes: Estocada tendida (oreja), pinchazo y descabello (saludos desde el tercio) y estocada (oreja). La plaza registró un cuarto de entrada en tarde fresca. Saludó el picador Plácido Sandoval y los banderilleros Paco Peña y Óscar Reyes. Se guardó un minuto de silencio por el ex novillero Juanito Méndez y el crítico taurino José María Vallejo.