¿Es partidario de introducir la crítica social en la ilustración infantil?

No es que sea partidario o no, es que eso es inevitable. Uno siempre plasma e introduce en lo que hace sus parámetros morales. No hay otra manera de crear.

Después de dibujar a Manolito Gafotas y narrar las aventuras cotidianas de este niño, ¿cree que la infancia es el mejor momento de la vida?

Para mí desde luego. Recuerdo que el poeta Rainer María Rilke decía: «La verdadera patria es la infancia». Estoy absolutamente de acuerdo con eso.

¿Cómo había que dibujar a Manolito Gafotas?

Con ese nombre ya partíamos de una premisa fundamental: un niño con gafas. Al final me salió un niño mezcla y síntesis de mis compañeros de infancia.

¿Hay mercado de libros ilustrados infantiles en España?

Sí, hay un buen mercado. Pero ahora mismo con la crisis está pasando lo mismo que en otros ámbitos. Pero creo que hay un mercado bastante importante. Por ejemplo, en los libros de prescripción de las escuelas. En América Latina también lo hay, así como en países emergentes. Pienso en Brasil.

Según el Instituto Nacional de Estadística, la edición de libros cayó en 2011 un 24,4%, alcanzando niveles de hace diez años. ¿Había una burbuja editorial?

No lo creo. Recuerdo un chiste de Forges, una viñeta en la que uno decía: «Según las estadísticas...» Y el otro le contestaba: «Las estadísticas mienten». Y entonces el primero le respondía: «Pues entonces, nada». Mira, unos te dicen una cosa, y otros, otra. Es como lo de la leche. Ahora dicen que es mala y que somos los únicos seres vivos que bebemos la leche de otro animal. Vale, de acuerdo, pero también somos los únicos que bebemos whisky con hielo. Por otra parte, lo que sí es cierto es que las editoriales ahora sí son más remisas a acometer grandes proyectos. Pero creo que sí siguen funcionando. Hace varios años la Federación de Gremios de Editores declaró beneficios. Yo creo que la compra de libros de carácter infantil para regalar es más barato que regalarle al niño un iPad, pero tampoco lo sé. Soy como una ostra, vivo metido en mi estudio. Soy un asocial cordial.

¿Qué medida de artisticidad y cuál de inteligibilidad debe tener un libro de ilustración infantil?

Cuando te diriges al ámbito infantil debes ser muy claro. Por otra parte, yo creo que no soy artista, y en cualquier caso eso lo tienen que decir los otros. Yo plasmo lo que siento, tamizado del cerebro a la mano. Sí hay muchos casos de ilustradores que son artistas, como André François o Saul Steinberg. Es que a mí eso de artista... El abuso que se hace de esa palabra. El más tonto que sale por la tele dice que es artista. Gombrowicz simplificaba y decía que el arte es lo que hacen los artistas. Para mí, la ilustración también es arte. Pero no todos los ilustradores hacen arte.

¿En ilustración menos es más?

Para mí sí. Pero no es así para todo el mundo. Hay gente más compleja. A mí lo que decía Mies van der Rohe me vale, pero es que a lo mejor soy muy vago, pero tampoco lo sé. El caso es que esa manera de hacer entra dentro de mi estilo.

¿Qué prefiere ilustrar: cuadros costumbristas o fábulas fantasiosas?

A mí lo que me gusta es la fantasía doméstica. En ese sentido me interesa mucho el trabajo de Gianni Rodari. El mundo de la fantasía por la fantasía no me interesa especialmente. A mí me gusta la fantasía cotidiana, aquellos elementos que en una normalidad se salen de la misma. No sé, por ejemplo un niño que va por la calle normalmente y de repente se pone a volar.

¿De qué sirve un libro infantil si no tiene dibujos, tal y como afirmaba la Alicia de Lewis Carroll?

Desde mi punto de vista, hay tres tipos de lector. En primer lugar, el lector que tiene un exceso de imaginación. A éste, los dibujos le molestan. En segundo lugar, el lector con gran capacidad imaginativa pero que aprecia los elementos plásticos. Y en tercer lugar, aquellas personas que no tienen imaginación. A éstas, las imágenes les aportan mucho. Lo que sí creo es que un niño agradece las imágenes; descifrar un texto es una tarea ardua.

¿Por qué el cuento infantil sigue ocupando un lugar absolutamente secundario en la literatura?

Incomprensiblemente es así. A lo que hay que darle valor es al mundo de la infancia porque es el futuro. Cuidar la infancia supone inversión en educación. Está claro que si no cuidamos el brote nos puede salir un cardo.

¿Qué tiene esta época que tanto gustan los monstruos, zombies y alienígenas?

Siempre ha sido así. Eso no es de este tiempo. Y si me apuras, lo que se hace ahora sobre el tema es más pacato. Hay álbumes ilustrados de antes (de hace 30 años) que ahora no serían políticamente correctos.