Federicos Volpini, escritor, profesor de guión y realización radiofónica y exdirector de Radio 3 de RNE, ha asegurado hoy que "enamorar a la gente joven de la palabra y de la literatura es fácil, basta con ir hacia ellos y no al revés".

"Hace muchos años, descubrí que, para mis alumnos, Simbad el marino era un dibujo animado que yo nunca había visto. Si partimos de ese dibujo, llegamos a 'Las mil y una noches'. Si vamos a 'Las mil y una noches', nunca lo van a leer", ha afirmado en rueda de prensa Volpini.

A su juicio, el audiograma, del que imparte desde hoy un taller en Málaga en el que ofrecerá ejercicios con textos dramatizados y lecturas sobre música, "es sencillamente otra manera de acercarse a la palabra".

"Me ha sorprendido en los veinticinco años que llevo dando clases la cantidad de personas inteligentes y capacitadas que no leen porque no entienden lo que leen", ha dicho Volpini, que cree que se trata de un "problema endémico de este país y en gran parte es culpa de la enseñanza y de la poca afición a la lectura que hay en las casas".

El audiograma le ha servido en la universidad "para despertar el amor, la afición y la curiosidad por la lectura", y es que la cultura "es muy difícil de adquirir pero muy fácil de disfrutar", y "aprender algo cuesta mucho, y cuando se le dice a un niño que hay que aprender jugando, se le está engañando".

En su caso, la afición por el género se remonta a su niñez, cuando vivía cerca de una emisora en Madrid y oía los seriales, en una época en la que "la radio cuidaba a los niños mucho más que ahora".

"No sólo había seriales, como la gente cree, del tipo de 'Ama Rosa' o 'El cielo que nunca vi'. Yo conocí a Stevenson en la radio, y me oí toda 'La isla del tesoro' por capítulos, que era una experiencia fascinante", ha relatado.

También ha rememorado que la "magia" que le "convocó" para la radio la sintió "con 5 ó 6 años", cuando oía seriales, estaba "platónicamente enamorado de una princesa" y su héroe era "una especie de Tarzán, un guerrero".

"La primera vez que fui a la radio, vi que la mujer a la que adoraba era una señora gordísima, feísima y mayorcísima, con una voz preciosa y joven, y el titán era un señor muy pequeñito, con un bigote finito, pero con un gran vozarrón. El que yo sea Supermán sólo porque yo lo digo me pareció la esencia de la magia", ha aseverado Volpini.