De pequeño entretenía con su labia a las visitas. De adulto, esa elocuencia le permitió a Álvaro Pombo (Santander, 1939) contar sus novelas, en lugar de escribirlas, como en El temblor del héroe (Destino), su última obra, premiada con el Nadal y que hoy presentará en Málaga -Centro Andaluz de las Letras (20.00 horas)-. Ser charlatán y teatrero, en cambio, no le ha servido de mucho en los mítines cuando fue candidato al Senado por UPyD, el partido de Rosa Díez.

Esta es una novela sobre «la cobardía y la indiferencia, consecuencia de pasar por el mundo resbalando por la superficie».

La otra manera de pasar por el mundo, activamente y comprometiéndonos tiene sus dificultades. Uno, con los años, se vuelve egoísta con facilidad.

¿Lo ha notado en usted?

Sí. Con los años, uno se cansa, como le ocurre a mi personaje, Román. Para que no ocurra eso y no tener pereza en el bien obrar hay que estar alerta.

¿Teme la soledad, como él?

No la temo pero no me gusta y procuro estar siempre acompañado. Como decía Antonio Machado, «en mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad». La soledad es mala consejera. Antiguamente, se creía que era un estado espiritual en el que el hombre accedía a sí mismo. Yo detesto eso; mejor en compañía que solo.

Pero no es nada de grupos.

¡No, por Dios, como voy a serlo! Decir poco es poco decir. Soy el anti grupo. Los grupos no curan la soledad, la aumentan.

Pero está en la Academia, una institución en la que funcionan mucho los grupos.

La Academia me ha acogido y le estoy muy agradecido.

¿Se declara «paseante solitario» de la docta casa?

Lo de la soledad y la compañía es una cuestión de actitud. Ortega hablaba del ensimismamiento y de la alteración. Una vida bien medida tiene que tener momentos de ensimismamiento y otros de alteración, de salir hacia el exterior. Hubo un momento en el que se creyó que en el interior del hombre habita la verdad, pero yo creo que en el interior del hombre habita la oscuridad y muy poca verdad. La verdad se descubre en compañía de la gente y de los amigos.

Esta novela tiene poco más de 200 páginas, algo inusual en usted. Un crítico ha dicho que es un «esqueleto de novela».

Todo lo que no sea una novela de mil páginas es un esqueleto de novela. ¿Esqueleto es negativo o positivo? ¡Qué bonito un esqueleto!, ¿no? Cuando un crítico escribe que es un «esqueleto de novela» qué quiere decir, ¿que es una novela delgada y precisa o que está muerta y enterrada? ¿qué significa? Si yo digo «esa chica es un esqueleto de mujer» puedo querer decir que tiene una percha bárbara y una facha estupenda o que está en los huesos y da horror verla. No sé lo que ha querido decir el crítico ese. A mi no me parece un esqueleto de novela, me parece una novela muy viva, y los esqueletos son muertos. A lo mejor ha querido decir eso...

Siempre dicta sus novelas, ¿cómo es ese proceso?

Es como esto que estamos haciendo usted y yo. Cuento las cosas en voz alta, me las leen, las vuelvo a leer... Yo soy muy charlatán y me es fácil contar las cosas de palabra. Empecé a dictar en 1978, cuando llegué de Londres, la novela El héroe de las mansardas de Mansard. Trabajaba en el banco en jornada intensiva, de ocho a tres, almorzaba con los compañeros y luego me iba a casa a las cinco y llegaba con un sueño horrible. Entonces, empecé a dictar para librarme de escribir.

¿Dicta siempre a una persona o alguna vez utiliza grabadora?

Siempre a una persona porque de esa manera puede haber un intercambio de ideas. Henry James dictaba las novelas porque así veía como se construía la frase en la voz viva. Me parece internaste el acto de dictar porque es hacer uso de la voz viva, como cuando se contaban cuentos en la Antigüedad. En la Edad Media, por ejemplo, que nadie escribía, había gente que vivía de los relatos orales.

De niño entretenía a las visitas de la familia en Santander.

Soy una persona que vivo en un mundo de narraciones, tengo una inteligencia muy narrativa y mi manera de expresar el mundo es contar cosas. No tengo una especie de respeto por la página escrita. Me gustan mucho, por ejemplo, los seriales de la radio y aprendo muchas cosas oyéndolos, tengo buena retentiva auditiva.

¿Es aficionado a las series de televisión?

Las sigo, como todo el mundo, y me gusta ver una serie por las noches. El ala Oeste de la Casa Blanca me gusta mucho.

¿Es un actor fracasado?

Lo digo siempre pero es una broma. No soy un actor que ha fracasado, nunca fui actor. Es cierto que soy muy teatrero.

Le habrá servido para la política, sobre todo para los mítines.

No crea, los mítines hay que controlarlos mucho.

¿Y usted se va por las ramas?

A veces, y es mejor no irse por las ramas porque los mítines políticos son muy repetitivos, hay que decir muchas veces la misma cosa. Ser actor puede ser un inconveniente.

¿Da por perdida su lucha contra el matrimonio gay?

Eso ya está pasado, pertenece al buenismo de Zapatero. Me parece muy bien el matrimonio gay.

¿Qué tal se lleva con las nuevas tecnologías?

Los ordenadores me ayudan mucho. Como dicto, nos ha facilitado la tarea de escribir.

¿Le gusta la Wikipedia?

Me gusta más la idea. Yo apenas tecleo pero me interesa el fenómeno de la Wikipedia y las nuevas tecnologías.

¿Todavía cuelga los recortes de los periódicos con pinzas en las lámparas?

Sí, ¿cómo lo sabe?

Lo he visto.

¿Sabe lo que pasa? Estamos en un mundo en el que estoy más visto que el TBO. Una entrevista más y...

Cosas de tener que promocionar los libros y de internet...

Sobre todo de internet. En internet puedes ver todo, no hay nada oculto, es el ideal de la transparencia total.

Elvira Lindo ha escrito que el mundo sería mejor si hubiera un Pombo como usted en cada sitio, ¿qué le ha dado?

Es el elogio de una amiga. Yo, más bien, eliminaría los que hubiese. Sería horrible que hubiera más de un Álvaro Pombo, con uno tenemos de sobra.

Ha abandonado su blog dedicado a Obama.

Un blog es muy pesado, hay que trabajarlo mucho. Estuve muy fascinado con él pero ahora me parece que Hillary es el personaje.

¿Antes que novelista se siente poeta?

Sí. ¿Por qué? Porque sí. Sería largo de explicar. Créalo por fe.