El 58% de las mujeres confiesa haber sido infiel alguna vez en su vida. La sexóloga Alicia Gallotti narra sin tapujos en su libro, «Soy infiel, ¿y tú?», uno de los temas tabú por excelencia: la infidelidad femenina.

¿Cómo ve el mapa de la infidelidad en los últimos tiempos?

Yo creo que bastante repartido entre hombres y mujeres. Me atrevería a decir, aunque no tengo pruebas, que a lo mejor un poco más volcada hacia el lado femenino.

Eso a los hombres les puede asustar...

No veo por qué si ustedes han sido infieles toda la vida.

Digamos que no se le supone tanto a su sexo...

Los hombres heterosexuales han sido siempre infieles y no vamos a decir que siempre con solteras, viudas o separadas. También con casadas, ¿no? Siempre hubo mujeres infieles y muchas más de lo que parece.

Pues ha sido con mucha discreción.

Bueno, las mujeres saben engañar mejor que los hombres por lo difícil que lo han tenido a lo largo de la historia. Decía mi mamá que en su tiempo una mujer casada podía ser tumba o pedestal de un hombre, aunque siempre por debajo. Pero también por debajo podía serle infiel.

A ver si va a ser cierto eso de los fontaneros y las señoras con bata sobre los ligueros...

Cuando yo era muy joven mi curiosidad me llevó a preguntarle en Argentina al padre de una amiga, que hacía reparaciones caseras, si era cierto que las amas de casa tiraban los tejos...

¿Y...?

Y me juró que sí. Contaban historias de insatisfacción con sus maridos como las que cuentan los maridos de sus mujeres cuando ligan o van a las barras.

Aclarémonos. ¿De qué hablamos cuando hablamos de infidelidad?

Creemos que la pareja es cosa de propiedad privada. Mi mujer, mi marido... La verdad es que no somos propiedad privada de nadie. Puedes querer mucho a tu marido, pero vas por la calle y se te pueden ir los ojos detrás de otro. Si ese alguien te responde la mirada, ¿por qué no?

Desde luego, cuando uno se casa es porque tiene la esperanza de un amor duradero y tiene la intención de hacer posible que lo sea...

Sí, sobre todo la primera vez [risas].

Le hago una propuesta. ¿Podría defender la fidelidad?

Yo no hago apología de la infidelidad, la constato. Ser infiel puede ser un grave riesgo y hay que medirlo. Y hay muchas parejas que son fieles desde la primera vez y sienten felicidad. Una relación de pareja es algo muy complejo y el bienestar puede estar en un lado o en el otro.

Permítame que la defienda yo. La fidelidad da estabilidad a la pareja, que es necesaria para la construcción del orden social...

Y para el mantenimiento de la reproducción, podría añadir. Y ahí el papel de la mujer es fundamental. Por eso se rechaza que seamos libres respecto a la sexualidad. Recuerde aquel estudio de hace unos seis años en el Hospital Clínico de Madrid según el cual un 23 por ciento de los niños que nacieron en un período de tiempo estudiado no era de los papás oficiales.

¿No será la infidelidad algo más profundo que la simple irrupción de una tercera persona?

Claro. Las causas son muy diversas y no simplemente que alguien aparezca en tu vida. Lo que sí creo es que no es premeditada. No creo que la gente diga; «voy a ser infiel», como si dijera: «voy a cambiar el ordenador». Aunque una cierta predisposición a que suceda es necesaria.

Si a las personas que tienen amante se les añade las que quisieran tenerlo, ¿serían muchas?

Hablaríamos de cifras muy significativas, desde luego. El porcentaje de mujeres que afirman que han sido infieles o han tenido la fantasía de serlo es muy elevado según la última encuesta, y en este tipo de encuestas sobre sexo se miente por debajo.

Por mucha libertad que se predique, no dirá usted que no duele profundamente enterarse de que quien tienes al lado ha sido apropiada por otro...

Duele si se sabe y duele más el miedo a perderlo, la sensación de engaño afectivo si hay continuidad. Que alguien se pegue un día un revolcón es más fácil de digerir por las mujeres. No por los hombres.