Buenos días, señor Muybridge. Soy el Doctor Zeitgeist. El Gobernador Stanford me ha pedido que le visite a fin de determinar su estado mental…

-Señor Muybridge, sé que puede oírme. No tenemos tiempo. Ha asesinado a un hombre. O colabora conmigo o esta celda le parecerá el paraíso comparada con San Quentin.

-No se preocupe por el tiempo. Sé cómo pararlo.

-Bien, como quiera. El asunto pinta mal pero creo que podré arreglarlo. ¿Recuerda algo del incidente?

-Descubrí que mi mujer me engañaba. A partir de ahí… No sé, es todo muy confuso.

-No se preocupe, es normal en estos casos. Mire, he desarrollado un método de hipnosis que facilita la ordenación de ideas. Podríamos reconstruir lo ocurrido y buscar la eximente, ¿Le parece? Déjeme que saque una cosa de mi maletín… aquí está. ¿Reconoce este artilugio?

-Es mi zoopraxiscopio. ¿Cómo...?

-Me lo dio el Gobernador. Es muy bonito. Y curioso. El disco gira y produce imágenes en movimiento, ¿No es así? Un caballo que galopa... ¿Sally Gardner? Menudo prodigio técnico.

-No es sólo técnica. También cuenta una historia.

-Ya. Señor Muybridge, quiero que se relaje. Voy a activar este chisme y lo va a mirar fijamente. El truco funciona mejor si el paciente observa un objeto que le es familiar. ¿Preparado?

………

Caballo y jinete dejaron paso a un tipo con bigote y bombín que hacía cosas extrañas en silencioso blanco y negro. Mutó en otro hombre, también con bigote, pero que no paraba de hablar. Iba con otros dos que decían ser sus hermanos pero que no se le parecían en nada. Vivían en Nueva York, donde un gorila gigante trepó a la cima del un edificio alto. Una crisis económica brutal golpeaba Norteamérica. Hambre y pobreza en las calles. Y aún así, se agolpaban a las puertas de los teatros para contemplar las andanzas del monstruo chupasangres de Bram Stoker… ¿Heraldos de lo que estaba por venir?

Tras la guerra, el color fue apoderándose de las imágenes. Una edad de oro. Un mundo libre. Los Diez Mandamientos en Vistavision…

Un hombre con sombrero de copa maneja una pequeña raqueta y una pelota frente a su cara. Parece real. Trata de tocar la pelota, pero, como la luz, se escurre entre sus dedos.

Otra crisis. La gente viste cada vez peor. Naves espaciales. Un sonido atronador. No comprende nada de lo que está pasando... Cambio de siglo. De nuevo ese simio gigantesco. ¿Por qué repetir esa idea? ¿Qué presagia?

Alguien vestido de fantoche lanza un escudo. Parece que se va a estrellar contra su cara, pero es una ilusión óptica. Le recuerda al tipo de la raqueta.

¿Por qué repetir esa idea?

Sally Gardner regresa; sus cuatro patas se despegan del suelo al galopar. Ahora, lo cabalga su esposa, sonriente. Arrastra el cadáver del último millonario del siglo XXI. Alguien lo graba con una cámara estereoscópica. A lo lejos, el simio observa. Parece complacido.

-¿Señor Muybridge? ¡Señor Muybridge, despierte!

-¿Es usted real, Doctor Zeitgeist? Déjeme tocarle la cara, Doctor, se lo suplico.

-Cálmese. Está de vuelta. La sesión no ha salido como yo esperaba.

-He visto el futuro, Doctor. ¿Podría beber un vaso de agua?

-Tenga. El futuro es irrelevante. Ahora bien, yo diría que tengo material de sobra para probar ante un tribunal que usted, Señor, está como una regadera.

-Pero si es más sencillo que todo eso, Doctor ¿No lo ve? En realidad soy una víctima. Nuestro tiempo disparó el arma, no yo... El zoopraxiscopio dará paso al quinetoscopio; de ahí al sonido; del sonido al color; del color a la tercera dimensión y de ahí…de ahí…el simio, doctor ¿No lo ve? ¡La clave es el simio!!

-Que tenga usted buena tarde.

-La película del Simio no podrá verse en tres dimensiones. ¡No iban a permitirlo! ¡Doctor! El zoopraxiscopio cuenta una historia...

El doctor Zeitgeist llegó a su despacho aún tembloroso. Se dispuso a escribir su informe. Tan nervioso estaba, que dejó caer al suelo el invento de Muybridge. Al recogerlo, descubrió, horrorizado, que ya no reproducía la imagen de un caballo. Sino la silueta violenta y encolerizada de un Gorila monstruoso.