Es el año de Elena Anaya. Su magnífico trabajo a las órdenes de Pedro Almodóvar y junto al malagueño Antonio Banderas en La piel que habito le ha proporcionado una larga lista de premios, entre ellos el Goya. Ahora no para de leer y leer guiones hasta dar con el adecuado para continuar con su carrera, una trayectoria que ayer reconoció el Festival concediéndole el premio Málaga. «Antonio Banderas es arte: un pedazo de compañero y un pedazo de actor», reconoce.

La primera pregunta es obligada. ¿Cómo recibió la noticia de este galardón?

Pues no me lo creía mucho. Y cuando me llamaron empecé a hacer el recorrido mental de quienes han recibido este premio, el año pasado fue Luis Tosar, antes Concha Velasco, Juan Diego… La verdad, no entendía muy bien que me lo dieran a mí, que sólo llevo un rato en esto.

¿No le abruma que mientras el mundo se desmorona por todos lados usted esté viviendo el mejor año de su vida profesional?

No es el momento en el que yo mejor me lo paso o en el que más disfruto profesionalmente. Quizá sí sea el momento de máximo reconocimiento profesional. Pero a mí lo que más me gusta es ponerme delante de la cámara y juntarme con los actores y el director y ensayar e improvisar. Para mí eso es un gran año: un año de trabajo.

¿El Goya le cambia a uno la vida?

En absoluto.

¿Y pasar por las manos de Pedro Almodóvar?

Te cambia la vida, pero porque vives una experiencia inolvidable. A mí me ha cambiado la vida. He tenido la suerte de casi convivir con él. De estar a su lado. De tener a un pedazo de maestro con una verborrea que es digna de ser oída. Como persona y como actriz es una suerte haber podido vivir todo eso.

¿Se puede comparar a Almodóvar con el personaje de Antonio Banderas en La piel que habito, un cirujano que moldea a los actores hasta lograr lo que quiere?

No, en absoluto.

Pero Banderas confesó haberlo pasado mal en este sentido durante el rodaje…

¡Qué va! ¡Lo pasamos todos fenomenal! Lo que pasa es que es un proceso complicado. Y él llevaba muchos años trabajando fuera… Pero yo estuve ahí, en todos los encuentros, y puedo decir que no lo pasaron mal. Fue un poco más complicado al principio, pero una vez que se entendieron y Antonio se dio cuenta de lo que quería Pedro exactamente, fue todo coser y cantar. Sí es verdad que Pedro es un autor y es alguien que no escribe un personaje cualquiera. Son personajes que con los que lleva conviviendo a lo mejor diez años en su cabeza, y sabe perfectamente quién es, cómo mira, incluso cómo levanta la ceja… Me parece un gusto. No es un director que te diga cómo poner las manos: deja espacio a los actores. Hay una gran parte del personaje que está en el actor.

¿Y qué se lleva de haber trabajado con Banderas?

Antonio es arte. Es un pedazo de compañero, un pedazo de actor y es una persona que quiero tener al lado en mi vida para siempre. He disfrutado muchísimo de tener al lado a una persona con un reconocimiento y un cariño mundial. Aquí, en su tierra, estáis acostumbrados a verle y a quererle, pero no sabéis cuánto quiere la gente a Antonio en todo el mundo. Cuando trabajas con una persona tan grande en todos los aspectos y tan querido, ves sus valores y entiendes por qué es tan querido, por qué es así de profesional, por qué la vida le está dando todas estas cosas buenas… Es porque él da más.

¿Hay quien asegura que el cine español está tocado de muerte con los recortes?

Me parece que es un momento difícil para la economía española y por supuesto para el cine. Creo que necesitamos pasar por un proceso de adaptación respecto a las nuevas maneras de financiar, subvencionar y producir las películas. La ley de mecenazgo todavía no está clara del todo. Es todo muy complicado. Es una época de muchos recortes y el cine español se ha llevado un batacazo muy grande. Yo recortaría un poco más en religión y dejaría algo más para la cultura, por ejemplo.