Sorprendió a muchos que hace unos años el debut en el largometraje de Xavi Puebla, Bienvenido a Farewell-Gutman, consiguiera dos Biznagas en el Festival de Málaga. Algunos sí que supieron reconocer las bondades de una estupenda cinta, pluses que ahora Puebla matiza y expande en A puerta fría, un largo que comparte muchas de las claves de aquélla –el ámbito laboral como microcosmos del modus supervivendi, su estructuración casi a modo de pieza teatral o camerística y la participación de ese gigante actoral llamado Héctor Colomé– pero dota al conjunto de mayor hondura y humanidad, y, por tanto, capacidad de sugerencia.

Se mantiene la precisión en la dirección, esa realización que esquiva lo teatral sin caer en moderneces altisonantes; hay un guion trabajado, solidísimo, desarrollado a través de una cabal puesta en escena y una sabia utilización de la contención y los limitados recursos. Pero, además, Xavi Puebla se zafa a veces de la matemática de la trama y se toma su tiempo para sugerir las biografías de unos personajes en zozobra, insuflándolo todo de un aire entre David Mamet –inevitable la referencia a Glengarry Glen Ross, esa estupenda pieza teatral llevada al cine con menor fortuna– y Raymond Carver –las peripecias cotidianas y mundanas de un autodestructivo perdedor encarnado por Antonio Dechent y las corrientes de tensión subterránea entre los personajes bien podrían ser carne de un relato del autor–.

Con esta película terrible en su fondo pero sin tremendismos en la forma, que habla sin aspavientos de muchos asuntos que nos conciernen, Puebla sigue confirmándose como un hábil y comprensivo notario de la ambición y las bajezas a las que por ella cae el ser humano. Así que esperemos que nadie se sorprenda si el sábado A puerta fría huele alguna Biznaga que otra en el palmarés del Festival de Málaga; de momento, suena ya, y mucho, un premio para un más que meritorio Antonio Dechent, que aguanta con arrojo unos planos sostenidos que a muchos tirarían para atrás.