La cubierta de la Catedral de Málaga ha dado un nuevo toque de atención. Y bastante preocupante. Las obras en el cielo catedralicio, presupuestadas en 1,7 millones de euros y encaminadas a erradicar el problema de las humedades y las filtraciones de agua de una forma definitiva, han fracasado. Las obras concluyeron en el año 2009, pero ya en el pasado mes de septiembre de 2011, el arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero, a quien el Obispado de Málaga ha encargado la realización del plan director general para conocer el estado de conservación de La Manquita, ya alertó de la presencia de grietas que atravesaban en sentido vertical las bóvedas de cerámica del Templo Mayor.

Pero la situación del techo catedralicio ha empeorado desde entonces. Hace unos dos meses, Ruiz Cabrero y Juan Manuel Sánchez La Chica, otro de los arquitectos del plan director, han detectado numerosas llagas más «peligrosas», que atraviesan las bóvedas en sentido horizontal. «Estas grietas son una señal de que se empieza a despegar el revestimiento cerámico. En algunas zonas ya se han roto baldosas y lo peligroso sería que se rompieran las que están por debajo», aseguró Ruiz Cabrero, quien considera que por ahora la situación «no es alarmante», pero ya hay que empezar a «barajar soluciones». «No es muy preocupante en el horizonte de dos o tres años, pero a partir de ahí, sí, por lo que hay que tomar medidas ya». «Llevamos un control exhaustivo para ver si van a más, porque si se levantan los paños habrá que actuar con rapidez», agregó.

Y es que Gabriel Ruiz Cabrero viaja todas las semanas de Madrid a Málaga para elaborar el plan director de La Manquita, que incluirá como actuación prioritaria el techo catedralicio. En este sentido, el arquitecto asegura que reparar estas bóvedas sería un proyecto «muy costoso». Por ello, aboga por una cubierta a dos aguas, que es lo que estaba pensado en el proyecto original. «Estamos estudiando la posibilidad de una cubierta clásica de madera y teja, tal y como planteó el arquitecto Ventura Rodríguez. Si vemos posible esta idea, el plan director incorporará esta intervención y un anteproyecto arquitectónico sobre esta obra».

Y lo peor es que esta situación pone en tela de juicio los casi dos millones de euros desperdiciados en la última obra, sufragados por el Ministerio de Cultura, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga, que aportó la cantidad del Obispado. «Estas obras han sido un intento por acabar con las filtraciones», apunta Ruiz Cabrero. En este caso, Juan Manuel Sánchez La Chica afirma que es una intervención «muy conservadora» desde el punto de vista visual, pero «muy arriesgada» desde un punto de vista técnico. «Hacer una cubierta a la catalana con una forma esférica tiene una ruptura muy frágil, porque son placas cerámicas y no permiten las dilataciones ni las tensiones», añade.

Sin embargo, una de las mayores preocupaciones para estos arquitectos es el peso que soportan estas bóvedas, con varias capas de cerámica acumulada, tanto de la última intervención como de otras anteriores. «Lo que más me preocupa no es el peso en sí, sino que no sabemos los kilos que soportan. Tantos revestimientos cerámicos están sometiendo a las bóvedas a un peso para el que no estaban pensadas», observa.

«No se van a caer, entrar agua, por ahora, no, porque de momento el agua no está llegando a las bóvedas de piedra, pero hay un problema que hay que arreglar», sentenció. Por ello, ambos arquitectos trabajan a buen ritmo para presentar este año este plan director al Cabildo, y después a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.