­El cantautor que ha vuelto a salir en las televisiones al ser juzgado por un vídeo de 1978

—emitido en 2004— en el que cocinaba un Cristo. Ayer, el cantautor fue absuelto por el Juzgado de lo Penal número 8 de Madrid, que considera que el vídeo sobre «cómo cocinar a un Cristo para dos personas» es una expresión artística en la que se critica el fenómeno religioso sin intención de ofender.

¿Ha notado un tirón por la polémica por su juicio por cocinar un Cristo?

Las contrataciones que tengo son de mucho antes del asunto.

¿Ni Dios le saca de la crisis?

Yo no he notado la crisis profesionalmente: el año está siendo más o menos como cualquier otro. Más desordenado, eso sí.

¿La debacle en la venta de discos no le quita el sueño?

Ahí sí lo noto, pero no vende nadie desde hace años. Vivo de las actuaciones. Los discos no llegan a darme 5.000 euros al año.

Sampedro dice que el capitalismo se acaba. La duda es si será para bien o mal. ¿Cómo lo ve?

Él sabe más que yo. El capitalismo no creo que desaparezca. Lo que sí podría ser es reconducido, porque en los últimos años no tenía ningún control.

¿La canción le ha dado todo lo que esperaba de ella?

Y más. Mis objetivos eran cantar en bares, vivir de la canción y algo adyacente como que las chicas me miraran con buenos ojos. Y todo eso me lo dio hace mucho.

¿Cuesta mantener la imagen de crápula?

A más años, más difícil. Ahora que soy abuelo, casi se me ve más con mis nietecitas por el parque.

¿Sabe que su caso ha tenido ya más recorrido judicial que los fines de semana marbellíes de Carlos Dívar? ¿Qué le parece?

Pues que como él está en su elemento y yo no, él tiene a su favor a los que deberían inspeccionarlo y no les apetece tirar de la manta.

¿Harta más la religión o la Justicia?

¡Uf! A muchísimos nos gustaría vivir en un Estado laico, en el que no estamos, aunque la Constitución ponga lo de aconfesional, que es un pitorreo. Mi salida de tono de decir que si me condenan me voy a Francia es porque allí la Iglesia no pinta nada. No se les ocurre discutir una ley ni presionar fuera de la parroquia.

¿Un irreverente no cocinaría hoy antes a un banquero que a un Cristo?

¡Y yo qué sé! Si no me dedico a cocinar nada. Solo me hago unos huevos fritos cuando tengo hambre.

¿Su «¡Ay, democracia!» tenía dones proféticos?

Parafraseando a Neruda, digo que la democracia me gusta porque está ausente, porque si es lo que veo, no me gusta. Pero tampoco es una canción muy allá.

¿Hay algo mejor que la democracia?

¡Hombre! Sí, la acracia, pero me parece prematuro.

¿El mundo es intrínsecamente injusto?

La naturaleza no entiende de Justicia. Son los hombres quienes la crean y la administran. La perfección nunca es realizable -quizá salvo un güisqui de doce años-, pero la tenemos que construir nosotros: no hay más cáscaras.

¿Cuál es el mejor mensaje que ha recibido estos días?

Tengo un cuaderno como de cien páginas lleno. Uno es una cita de Juan XXIII que dice que la libertad religiosa se debe al mundo laico. Me hace gracia.