Rocío Bazán se muestra muy ilusionada por trabajar con artistas como Antonio Canales, Lola Greco. Con los referentes de Fosforito y La Repompa, Bazán pondrá la voz jonda a una obra lírica del gaditano más universal.

Participa en un nuevo espectáculo que promete una versión atrevida de El Amor Brujo de Manuel Falla. ¿Por qué?

Yo pongo voz al espectáculo, que es atrevido y novedoso porque no sólo incluye la partitura de Falla en sus versiones de 1915 y 1925, sino también una transición musical compuesta y creada por Héctor González, el director musical. La obra de Falla dura unos 40 minutos. Ésta, 70 ó 75. También se incorporan nuevos instrumentos como el acordeón, el piano y el violín junto a una base de música electrónica.

Deduzco que no es una flamenca ortodoxa.

Por el simple hecho de cantar algo que no forma parte del flamenco ya no podemos hablar de ortodoxia. Pero mi voz sigue sintiendo esa expresión flamenca. Pienso que es una tontería encerrarse en un mundo que puede tener amplitud. Una voz flamenca encaja en muchas formas musicales. Me considero una cantaora tradicional porque lo que más me gusta es expresar el flamenco en estado puro, pero estoy abierta a cualquier posibilidad musical que pueda surgir.

¿Llevará el nuevo montaje por muchos sitios?

Las fechas no están al cien por cien cerradas. La dirección de la obra es de Rojas & Rodríguez y la producción pertenece a una empresa madrileña que se llama Come y Calla. El estreno es en El Escorial el próximo 30 de junio.

Hablaba de ortodoxia. ¿Qué opina de la evolución más reciente del flamenco?

Pienso que ha cambiado para bien aunque hay mucha gente equivocada dentro del flamenco.

¿Por qué?

Hay gente que piensa que el flamenco es de una determinada manera que, en realidad, no lo es. Esto ocurre porque salen cantaores y cantaoras interpretando supuestamente flamenco. Pero no hacen flamenco. Esto hace que el público no tenga el concepto real de lo que es de verdad.

¿Y qué es, cómo se distingue?

A buen entendedor pocas palabras bastan. Eso se siente aunque no entiendas de flamenco y no sepas diferenciar un palo de otro. Se transmite del artista al público. Lo que hace que la gente se equivoque es que un artista salga a un escenario y diga que va a cantar esto y luego no lo haga. El público saldrá equivocado.

Es joven y ya ha triunfado fuera y dentro de España. ¿Dónde gusta más el cante jondo?

Gusta en todas partes. Pero, bajo mi punto de vista, esta música está más respetada fuera. Quizá la cuestión es que aquí la tenemos en todas partes y no le damos el valor que realmente tiene. En cualquier festival, lo típico es encontrarse una barra en un lateral y cantar con ruido de vasos y gente de fondo. En el extranjero eso no ocurre. Normalmente son teatros o auditorios y el silencio es absoluto.

¿Ha dejado de ser un arte de minorías?

El flamenco es universal y en todas partes disfrutan de ello.

Además de patrimonio de la humanidad, según la Unesco.

Parece que desde que es patrimonio de la humanidad en vez de fomentarse se ha estancado. Quizá por el momento en el que vivimos. Todo está bastante mal a nivel cultural.

¿El flamenco también se resiente con la crisis?

Sí, se resiente. Siempre se ha considerado un arte minoritario. Aunque, en Alemania o Estados Unidos llena teatros de 2.500 personas. Aquí, Miguel Poveda llena estadios y plazas de toros. No sé si eso es arte de minorías.

También hay palos más duros que atraen a menos público.

También es que se hacen en espacios reducidos, como las peñas. La gente joven no entra a las peñas a ver recitales de flamenco tradicional, llegará un momento en que todo esto se pierda.

¿Y de dónde salen entonces artistas tan jóvenes como usted?

Yo nací en una familia flamenca. Mi bisabuelo, mi abuela, mi tía cantaban, aunque no lo hicieron de manera profesional. Eran otros tiempos y la mujer no tenía las mismas oportunidades.

¿Entonces el cantaor nace o se hace?

Las dos cosas, aunque el que se hace puede más que el que nace. Puedes nacer en una familia de artistas pero tienes que reunir una serie de condiciones y, luego, dedicarse a esto profesionalmente es punto y aparte.

¿Merece la pena?

Hasta el momento me ha merecido la pena. Yo sin flamenco, sin cantar y sin subirme a un escenario no podría vivir. Aunque a lo mejor algún día tengo que apartarlo por cuestiones personales.

¿Es ambiciosa?

Hasta cierto punto. Me gusta hacer las cosas pausadamente. Tengo ganas de hacer cosas nuevas como grabar mi disco, que no tengo nada en solitario. Quiero tener mi propio sitio en el flamenco. Me hace falta ese momento que todavía no ha llegado.