Sintonías como la de la sonrosada Heidi o la pizpireta Abeja Maya forman ya parte del colectivo imaginario de varias generaciones. Niños y adultos derramaron lágrimas ante el encuentro de Marco con su madre y tras la muerte del entrañable David el Gnomo. Y¿quién no se ha ido a la cama con la pegadiza sintonía de La Familia Telerín. Estos son sólo algunos de los dibujos animados que el periodista y fotógrafo Guillem Medina ha reunido en su libro Abuelito, dime tú y que pretende ser algo más que un inventario nostálgico de información e imágenes de algunas de las series infantiles que mayor repercusión tuvieron en España durante las últimas décadas del siglo XX. En total, Medina recupera la memoria de casi una treintena de estos personajes que marcaron la infancia de muchos españoles.

Heidi, el hermitaño abuelo, el impasible perro Niebla, la delicada Clara y la temible señorita Rottenmeier. Estos personajes conforman la primera serie de dibujos animados japonesa que llegó a España en 1975. «Consiguió unos índices de audiencia impensables hoy en día para una serie de televisión», indica Medina. El furor que causó el espíritu libre de la niña alpina hizo disparar el merchandising de la serie: muñecas de los personajes de la serie, libros y varias adaptaciones cinematográficas aprovecharon el tirón de la producción nipona.

Años antes y de creación española son los protagonistas de La Familia Telerín. «Desde los inicios de nuestra gloriosa televisión siempre ha habido unos personajillos que se han encargado de cerrar la programación infantil y dar paso a la adulta, o lo que es lo mismo, enviar a los niños a la cama para que dejen de dar la lata», explica Medina. Creados en 1964 por los hermanos Santiago y José Luis Moro –también padres de la calabaza Ruperta–, La Familia Telerín –conformada por seis hermanos– enviaban a los más pequeños a soñar con los angelitos –a las ocho y media en invierno y a la nueve en verano– al son de la pegadiza Vamos a la cama. A esta simpática familia siguieron otros personajes en la ardua labor de mandar a los niños a la cama como Los TeleVicentes ya en los 70, Casimiro en los 80 y los actuales Lunnis.

«En un puerto italiano al pie de las montañas...». Así comienza una de las series animadas más lacrimógenas y que se convirtió en 1977 en heredera de Heidi la tarde de los sábados. Marco buscaba desesperadamente a su mamá y emprende un largo viaje hasta dar con ella. Junto con su mono tití Amedio, sus aventuras inspiraron también los cómics Las emocionantes aventuras de Marco, de los Apeninos a los Andes, editados por Bruguera.

Otra de las series que marcó una época en la televisión española fue David el Gnomo. Con una estatura de quince centímetros y un peso que no superaba los 300 gramos, este personajillo aseguraba ser «siete veces más fuerte que tú». Estas cualidades le ayudaban a enfrentarse a sus archienemigos: los temibles trolls. «La serie –emitida por primera vez en 1985– es un canto a la transmisión de valores como el amor y el respeto a la naturaleza, la ecología, la amistad o la justicia», explica el autor de Abuelito, dime tú. En España pronto se convirtió en un éxito, pero para ser emitida en EEUU tuvo que pasar por la censura, indica Medina, quien señala que para los estadounidenses «los pechos de la mujer del protagonista, Lisa, eran demasiado grandes» y «resultaba inadmisible que apareciera dando de mamar a sus hijos».

A finales de los 70, muchas series destinadas al público infantil no sólo pretendían entretener, sino también educar. Érase una vez... el hombre –estrenada en 1979 y repuesta en 1988– explicaba la historia de la humanidad desde la creación de la Tierra hasta mediados del siglo XX. «La serie tuvo críticas por parte de los sectores más católicos por hacer apología del evolucionismo», indica Medina. «Lo cierto es que los niños, sin darnos cuenta, aprendíamos las diversas épocas de la humanidad de la mano de una familia muy simpática». El éxito de la serie propició la aparición de otras producciones como Érase una vez... el espacio, Érase una vez... la vida y Érase una vez... las Américas. Mazinger Z, El Osito Misha, El Inspector Gadget o Candy Candy son otros de los personajes que Medina repasa en Abuelito, dime tú, unos personajes que para el autor son «maravillosos» con unas sintonías que «aunque pasen cien años seguirán machacándonos desde el inconsciente y a ese rincón de la infancia que persiste».