Recuerdo que hace muchos años, cuando era un crío, me obligaban a venir cada verano a Málaga. Creo que bajaba llorando en el coche hasta más o menos Despeñaperros y lo hacía porque los recuerdos de aquella Málaga de hace unos veinticinco años y de mi residencia en el centro, aún me pone los pelos de punta evocarlo.

Sólo tenía Málaga dos cosas buenas, el mar, que estaba fuera y los malagueños, que estaban por todas partes. Otra cosa que recuerdo, es esa manía que tenía mi padre, nada más llegar, de irnos juntos al peluquero y pelarme con un corte increíble que se me hacía eterno€

Pero pasó el tiempo y veinte años después, cuando regresé, me encontré, lejanos ya los ojos del niño que la miró un día, una de las ciudades más maravillosas del mundo. Puede que servidor sea un necio, puede que la OCU tenga razones para pensar lo que dice, pero eso de que Málaga es de las peores ciudades de España para vivir, la verdad, no me lo creo. Yo, pudiendo elegir otra cualquiera, me quedé aquí, en Málaga, pues creo que esta es la mejor ciudad en la que se puede vivir.

Aunque yo he crecido, ella sigue siendo la niña de todos mis recuerdos. Puede que esté algo sucia, puede que el Casco Histórico deje mucho que desear, pero pasear por sus calles, por sus paseos marítimos, por sus museos o hablar con sus gentes, eso, eso no tiene precio. Tenemos un tesoro que no tiene nadie; nosotros, nuestra gente, y en eso... En eso no hay quien nos gane, en eso... En eso somos los primeros.