Tradicionalmente, la última noche del Real de la Feria, que antes de los recortes de días se celebraba el domingo (día destinado a que las peñas ofrecieran sus últimas existencias a los socios y vistiantes y en el que se rebajaba el precio de las atracciones para atraer al público) ninguna caseta de la zona de la Juventud abría sus puertas. Ni siquiera la Caseta de la Juventud contemplaba ofrecer un concierto de despedida. Hasta que Luis Rubio pensó que era una noche ideal para ofrecer el gran concierto de la Sala Factoría.

Así, y con el reclamo de Manu Chao, los domingos en el Real se convirtieron en una de las citas más esperadas para los amantes de la música en directo.

Desde entonces, la noche del último domingo feriante cobró otra vida con los grandes nombres que reservaba el cartel de la Sala Factoría, entre los que destacan Mala Rodríguez, La Excepción, Orishas y el ya mencionado Manu Chao, con el que se inició esta labor dinamizadora de la última noche de la Feria.