Su marido, tenor; su hija, soprano...

Es casualidad. Conozco muchos colegas que no han tenido la suerte de tener a su pareja en la misma profesión. Siempre fue un placer cantar con mi esposo, un cantante muy entregado y sin problemas vocales. Eso me gustaba mucho. Sobre todo al principio, al descubrir cómo con esa persona podía cantar más libre. Con otros tienes que modular la expresión porque no se suele estar tan compenetrado.

¿Y su hija?

Fue una sorpresa. Estudiaba ballet. Llevaba ya muchos años. Tuvo un accidente en un abductor y Maya Plisétskaya misma me dijo que no podría seguir. Entonces mi hermano la oyó cantar y le gustó. Nosotros no, mi marido y yo nunca la habíamos oído cantar. En una ocasión hizo que la escuchásemos diciéndonos que tenía un nuevo valor y que quería saber cuál era nuestra opinión. Fuimos a la audición y vimos que era ella. Maya me dijo una cosa muy bonita: tu hija, aparte de cantar bien con la voz que tiene, será en el escenario una buena actriz porque su cuerpo expresará todo lo que ha aprendido en estos años de ballet.

¿Cómo afecta la crisis a la ópera?

Depende del país. Depende de las subvenciones que tienen los teatros y las grandes masas orquestales que suelen estar patrocinados por los estados. Cuando dice que en vez de 20 dan 10, los teatros lo organizan para hacer 10. Hay menos posibilidades pero llegan a varios grupos. También es importante considerar algo que empieza a darse en Europa y que es habitual en Canadá y EEUU. Me refiero a las óperas en versión concierto. Son más económicas. Son muy a tener en cuenta. Evitas un mes de ensayos y los gastos enormes de producción. Cuando se levante el telón, normalmente lo que menos vale son los cantantes.

¿Cómo?

Es verdad, es verdad, valen más el director de orquesta, los decorados, la misma orquesta...

¿Está zanjada la polémica entre escena y cantantes?

Se ha producido un cierto relevo. Para cantar ópera se necesitan músicos, directores de orquesta y voces. Para eso nació. Están bien cosas de vanguardia de cuando en cuando, pero no se puede basar la ópera en eso solamente. Ver una ópera es muy bonito, pero lo mejor es cómo se toca y cómo se canta. Si no, vamos a ver una película.

¿Tiene preferencias?

Es raro tener preferencias. Cuando coges una obra lo haces porque te gusta, porque es algo especial. Hay que servir a la partitura para no defraudar al público y, sobre todo, al compositor, que es el verdadero divo porque la ha creado.