Podría decir que la duda es una serpiente caliente y voraz que se enrolla alrededor, o un suspiro brumoso que paraliza el instante y congela la imagen, pero no sé. La humanidad de la duda, titubeo, oscilación, perplejidad, un nanosegundo antes de posar el pie en la tierra, el primer roce del bolígrafo sobre el papel, dolores de parto de tinta y sangre de la palabra. Va surgiendo el trazo, el dibujo de cada letra en el papel. El papel es inocente, una promesa impronunciada, el sueño alterado de un millón de vidas y un millón de caminos, un mapa infinito. Roca de mármol que hay que cincelar a bocados si no hay más remedio. La duda es un abrazo de serpiente, un inefable susurro que hace abrir los ojos como ventanas, para que entre el sol limpio de una mañana. En el arte existe la palabra italiana pentimento, que significa arrepentimiento: el artista pinta, cambia de idea y vuelve a pintar sobre lo anterior, y en muchas ocasiones no oculta estos cambios, los muestra sin pudor, ofrenda sus dudas. Si no fuera por la duda, la certeza te haría saltar por la borda.