En su currículum hay obras como Ay, Carmela, pero no ha sido nunca una actriz de musical. ¿Le costó mucho a Juan Carlos Rubio convencerla?

¡Qué va! Di un bote de alegría. Me encantó el proyecto. Los actores somos una mezcla de caradura y timidez, y en medio un poco de sensatez, y me encantó. Además de ¡Ay, Carmela! también interpreté a Mari-Gaila en Divinas palabras y en la primera función que hice en teatro todos cantábamos. Esto es verdad que eran palabras mayores, pero tengo un profesor magnífico y si desafinara... me lo habrían dicho.

Rubio dice que es su «diosa», ¿qué es él para usted?

Mi ángel, porque ha aparecido en mi vida de una forma maravillosa y es una de esas personas que ya te quieres quedar para siempre. Sus obras son fantásticas y además trabajó como actor, así que sabe ponerse muy bien en el pellejo de los intérpretes, a los que dirige con mucha elegancia.

Cuando se habla de musicales a muchos les viene a la cabeza Disney. ¿En qué se diferencia Esta noche no estoy para nadie?

En que no es una cosa idílica. Eso es algo que tiene que ver con Juan Carlos, que siempre refleja la vida. Aunque la historia ocurre en los 80, las crisis van y vienen y en aquella época también se vivió un parón tremendo; es muy actual. Juan Carlos está conectado con la vida y con lo que le pasa a la gente. Sus obras siempre dejan poso y, aunque sean comedias, las suelta finas... Además, esta es una producción 100% española, y eso es importante, porque hay musicales que son espectáculos estupendos pero que, económicamente, dejan muy poco en España. Y aquí hay mucho talento... Hay talento para aburrir.

La vemos mucho en teatro pero también en televisión, ahora en algunos capítulos de Fenómenos.

Yo digo que soy la colaboradora por excelencia. Son unos toquecitos por aquí y por allá que están muy bien porque hacen que la gente no se olvide de ti, porque si no sales en la tele no existes. En Fenómenos, que tiene un grupo de guionistas inmenso, interpreto a la madre de Kira Miró, y es un papel totalmente opuesto al de Gran Hotel. Son perlitas que te mantienen ahí.

¿Siente que el cine se ha olvidado de esa actriz que ganó un Goya en 1991 por Todo por la pasta?

Hace poco tuve que decir que no a un proyecto, no se puede ser ambiciosa. Pero sí hago cosas... Bueno, la verdad es que hace casi dos años que no... Les voy a decir de todo, ¡a ver qué pasa! [Risas] Lo contrario al amor y Una hora menos en Canarias fueron mis últimas películas, hago cosas, pero para mí la base es el teatro, es lo que me mantiene viva.

Cuando uno recibe un Goya, ¿es un poco inevitable pensar que ya tiene parte del camino hecho?

Me lo dieron en las primeras entregas, cuando aún los premios no tenían tanta proyección en los medios. Y la verdad es que no me sirvió para nada. Siempre está bien que te reconozcan tus compañeros, te sientes honradísima, y ahí lo tengo en casa, una cabezota estupenda, pero nada más. Los premios pueden ser un empujón, pero efímero, y el bofetón si te subes a esa parra puede ser enorme cuando te caes.

Verdaderamente, la pregunta resulta inevitable... ¿Cuándo dice usted Kiti Mánver eso de Esta noche no estoy para nadie?

Ese tema lo canto yo, es una balada maravillosa en la que digo que ya está bien, y asumo que no soy tan fuerte, estupenda e inquebrantable... No lo digo mucho, quizá en momentos en los que estoy cansada, porque esta vida es complicada. A veces si tengo dos días me meto en mi habitación con el ordenador y la televisión y no hago nada ni estoy para nadie. Me dedico solo a eso tan necesario de vaciar la cabeza.