Supongo que estará preparado para que alguien le pregunte: «Pero, ¿otra novela sobre la guerra civil o la posguerra?»

Entonces le respondería: en realidad, la novela no trata sobre la Guerra Civil o la posguerra. Esa es la época donde se desarrolla. Pero la historia va de otro palo, de un casi adolescente al que arrancan de su hogar en una remota aldea de Córdoba para ingresarlo en un manicomio, lejos de todo lo que conoce. Solo. En una época en la que no había control externo sobre este tipo de centros. Y allí, es donde se deberá enfrentar a otro tipo de terrores. Además de conocer la verdadera amistad e incluso el amor. No he ahondado mucho en el tema de la posguerra, aunque está claro que he tenido que hablar de ella en la trama. Por lo tanto, el hambre, los maquis, los fusilamientos, aparecerán.

Dicen que hay ecos victorianos en la novela, unos ambientes, en principio, no muy relacionados con la España de la época, que siempre se nos presenta como más tosca, menos refinada...

El hecho de definir El camino de baldosas amarillas como una obra con ecos victorianos nada tiene que ver con la imagen de refinamiento que se pueda tener de la época (que también es limitado a un estrato concreto de las clases sociales), si bien fue una época llena de pobreza, marginación y locura. El concepto victoriano viene dado fundamentalmente por la situación en la que se encuentra el protagonista, Torcuato, un niño pobre, en un lugar rodeado de maldad y locura. Esto en sí mismo es muy dickensiano, y Dickens es el máximo exponente de la era victoriana en cuanto a literatura se refiere.

Ahora podrá analizar con calma todo lo relacionado con Y pese a todo. ¿Qué le ha aportado la novela?

Muchísimo. Antes de Y pese a todo no me conocía nadie, solo el mundillo literario por donde me movía. Tras publicar esa novela comenzaron a aparecer lectores, a enviarme extensos mails hablándome de la novela, a pedirme una segunda parte, a solicitarme amistad por las redes sociales, a seguirme... Al final fueron miles. Esto me permitió viajar mucho, acudir a eventos, firmas, y a que mi nombre comenzara a ser uno de los referentes del terror patrio.

Por cierto, ¿cómo va la adaptación al cine de Y pese a todo?

Viento en popa a toda vela. Hace poco me reuní con el director [Miguel Ángel Vivas; Jaume Collet-Serra producirá] en Sitges y estuvimos hablando. Ya está todo casi listo. En teoría se empezará a rodar el primer trimestre de 2013.

¿Ha logrado vivir de la literatura ya, o sigue siendo auxiliar de biblioteca?

Me parece a mí que muy pocas personas viven de la literatura de terror en España. Podría decir que he ganado dinero con esto, por supuesto, pero tanto como para vivir... Más bien, para malvivir. Auxiliar de bibliotecas seré siempre, aunque no vivo ahora de ello.

Esa profesión, ¿qué le aportó?

Me sirvió para estar muchos años rodeado de lo que me da la vida: los libros. Estando en la biblioteca no podía evitar llevarme dos o tres libros por semana. Me empapé de todos los temas posibles. Fue maravilloso. Un buen escritor tiene que ser un gran lector, nunca al contrario.

Me agrada que se enorgullezca de ser un escritor de novelas de terror. Carlos Sisí me dijo una vez: «Yo soy un escritor palomitero, y qué». ¿Tiene usted ambiciones artísticas?

Qué grande, Carlos. Tengo ambición artística, mucha. Quiero que cuando la gente me lea diga: «Pues mira, se puede escribir muy buena literatura de terror en España», que de hecho ya lo hacen. Pero quiero aunar calidad literaria con un género que está algo denostado en nuestro país. Hasta hace poco las editoriales grandes nos miraban por encima del hombro, ahora empiezan a tenernos en cuenta.

Parece mentira pero el mejor horror ahora mismo de España se está haciendo en Andalucía, la tierra del sol y la alegría.

Solo hay que ver la tasa de paro [Risas]

¿Se puede seguir siendo original e innovar en subgéneros tan abordados ya como el vampírico, el de zombis...?

No es fácil pero se puede. Con Y pese a todo rompí casi todos los cánones del subgénero zombi, y en El camino de baldosas amarillas aparece otro monstruo clásico últimamente de capa caída tras haber sido convertido en una especie de gusiluz achuchable. Pero para mí, los monstruos, son excusas para contar otro tipo de historias.