De la «mujer completa» de posguerra a la «progre» de la transición, Pilar Eyre recorre la pequeña gran historia de las mujeres en España. «La reina de la casa» (Destino) mira al pasado «a través de un cristal rosa» pero hace votos para que nunca vuelva.

¡Cómo hemos cambiado! ¿O no tanto en realidad?

Yo creo que en estos últimos años hemos ido un poquito hacia atrás. A las mujeres que tuvimos que luchar contra tantísimas cosas del franquismo no nos tosía nadie. Pero veo en programas de televisión o en el modelo femenino de los anuncios que volvemos hacia atrás. Y temo es que la crisis vuelva a recluir a las mujeres en sus casas.

Y volver a la doctrina de Pilar Primo de Rivera...

Exacto, y a tener más hijos, que siempre nos reprochan que tengamos 1,7.

Mira esos tiempos duros bajo el filtro del humor. ¿La distancia lo permite?

Libros serios de la época hay muchos y las mujeres hemos podido superar aquellas épocas terribles a base de humor. Cuando miras el pasado lo ves a través del cristal rosa de la nostalgia, pero rezo para que no vuelva. Detrás hay un trabajo exhaustivo de investigación y realmente ser mujer ha sido una gran putada en nuestra historia. Era un sistema ideológico que recluía a las mujeres en su casa con el brazo armado que era la religión: anatemas como la mujer que disfruta con la cópula no es mujer que es un hombre, la desfloración causa dolores insignificantes y las quejicosas que piensen en Santa Águeda que le rebanaban los senos mientras cantaba loas al señor. No me extraña que fueran frígidas. Cambio el tono al final porque, que nadie se llame a engaño, hemos tenido que pagar un precio alto por todo aquello.

El libro es también su propia historia.

Es que estaba escribiendo la evolución de la mujer desde los 40 hasta los 70 y yo lo había vivido, por mí o por mi madre. Yo fui hippy, tuve un novio en la mili, incluso fui figurante de la televisión de los 60. Fui a un concurso para niños y confieso que nos daban las preguntas antes.

¿En el sexo éramos tan ignorantes?

Es que, hicieras lo que hicieras, había que llegar virgen al matrimonio. Ignorantes éramos todos. Nuestros novios se habían estrenado con prostitutas, no tenían ni idea. Nosotras tampoco, por supuesto. Una prima hermana mía se casó con el hijo de un prócer y cuando le dijo en el banquete: «¿Nos vamos?». Ella exclamó: «¿Cómo, ya, a la cama?».

¿Ha dejado de escribir sobre la familia real por la polémica de La soledad de la reina?

Es uno de los libros más vendidos del año pero también me ha dado problemas. Pero no, este libro lo había firmado antes y no es de relax. Yo creo que de algún modo he ayudado a la reina, que a raíz del libro se ha manifestado más valiente, tiene su propio espacio, viaja, ha recuperado amigos, está más segura de sí misma. Y creo también que ha llegado a pactos con el rey. No ha cambiado, pero sí es más prudente y demuestra más respeto a la reina.