Le preguntaban hace unos días en la presentación del último repente de la cadena al quién te vio y quién te ve Pedro Piqueras, corresponsable de los esputos que Telecinco expulsa como si fuera un informativo en los llamados Informativos Telecinco, si la campaña Toma la palabra iba a cambiar algo sus noticiarios. El periodista respondió como una bala, no, no, qué va, será una especie de sección que estará esparcida por el resto de programas e informativos de la cadena. El portal Formula TV amplió la pregunta por si Toma la palabra cambiaría los informativos de Mediaset, o sea, Cuatro y Telecinco. Y de nuevo, raudo, como si le tocaran lo más sagrado, el manchego respondió que no, por dios, que no hay nada que cambiar, que Informativos Telecinco seguiría siendo Informativos Telecinco. Es decir, tomo la palabra, aunque Informativos Telecinco hable de desahucios o de la gente que pasa faltas, seguirá siendo la misma mierda. Digo más. Es curioso que el mismo picadero empresarial donde a diario, en programas y en noticiarios, se guillotina el periodismo, invite a la gente a hablar, a contar sus penurias, y a la vez amordace a un periodista como Pablo Herreros, el bloguero que derribó con la fuerza de la sensatez el túmulo abyecto que se erigía en La noria, alcanzando cotas de gusanera cuando la cadena entrevistó a la madre de El Cuco, implicado en la muerte de Marta del Castillo, extendiéndole un bonito cheque de 10.000 euros. La querella que Mediaset puso al bloguero por «coaccionar» a los anunciantes que se retiraron del programa causó tanto escándalo que la gente, tomando la palabra, ha vuelto a ganar y Mediaset ha tenido que retirar la denuncia. Así que como audiencia que soy hago la siguiente pregunta tomando la palabra. ¿Si quito el volumen a mi tele cuando aparezcan los anuncios que pagan programas ruines que me avergüenzan estaré ofendiendo a Paolo Vasile y coaccionando a los anunciantes? ¿Me pedirá cárcel?

Arriba los Ruiz Mateos

Como vemos, unirse tiene sus ventajas. Desunirse, irse a pique. Ahí está una familia que hasta hace nada estaba unida en el tocomocho, en el ridículo, en las extravagancias más patanes para que se hablara de eso y no se viera lo otro, y por eso de vez en cuando, como un solo soldado, José María Ruiz Mateos juntaba a la tropa y se fotografiaba con su regimiento, unido por una fe sin fisuras. Hasta hoy. La semana pasada tomó la palabra Begoña Ruiz Mateos, la tercera del clan, en El gran debate, pero no para hablar de los rosarios en común, de las comuniones multitudinarias en la capilla familiar, de lo gratificante que es formar parte del Opus Dei, su segunda secta, sino como una más, una desahuciada, una pobre de solemnidad, una arruinada que no tiene ni un euro y que pone querellas a sus hermanos. Y por eso tomó la palabra ante Jordi González. Ya lo dijo Pedro Piqueras, Tomo la palabra será una sección que estará esparcida por el resto de programas. Si uno fuera y pensara como Mediaset tendría un filón en familia tan novelera y con tantas posibilidades. Por vía paterna están acostumbrados al espectáculo, lo llevan en la sangre. ¿A qué esperan para reunirlos a todos y montarles un Sálvame como es debido? Está por ver si el nuevo giro dado en la vida de Belén Esteban será rentable. La conocíamos ordinaria, histérica, con los ojos inyectados en sus dependencias -negativo, decía Jorge Javier Vázquez con un papel en la mano-, encarada y faltona, y ha vuelto humilde, pidiendo perdón, encantada de que Kiko Hernández la besara a pesar del pollo que le montó en verano en el plató, justo cuando Cuatro llevó a los Shiwiar del Amazonas para que conocieran el programa en un tour que incluyó conocer el mar, el fútbol, la figura del Rey -sin audiencia, qué putada-, y a Belén Esteban. La conocieron, pero sin faja. ¿Qué os ha parecido el número?, les preguntó JJV al final. Las cosas se deben de solucionar en casa y no en público, dijeron los salvajes. Ya, contestó el presentador, pero «si no discutieran se acabaría Sálvame». Insisto. Ahora mismo la Esteban es un cofre cerrado. Seguro que la familia Ruiz Mateos podría ocupar su lugar haciendo una cosa, tomar la palabra al estilo Mediaset.

dora la exploradora

Lo de Marina del Corral es otra cosa. La señora es secretaria general de Inmigración e Inmigración, y de verdad que tiene talento y sentido del humor. Y por eso tomó la palabra. El escritor de viajes Paul Theroux escribe que quien no viaja vive en estado de suspensión, quizá atrapado en la rutina casera o en el estupor vegetativo del que se planta ante el televisor. ¿Conoce esta alta funcionaria la obra del estadounidense, o cuando dijo que «los jóvenes españoles emigran por un impulso aventurero y no por la crisis» lo hizo como fruto de una reflexión propia? Si es que no puede ser, tanto anuncio de viajes baratos, tanta promoción de aventura, tanto Jesús Calleja entre tornados, entre tormentas de nieve, o escalando picos sobrehumanos no podía traer nada bueno. La tele, ese aparato que puede provocar estupor vegetativo, también tiene el poder contrario, el de hacer que los jóvenes, aunque aquí tengan ofertas de trabajo a porrillo y tengan que quitarse a manotazos a los empresarios que los persiguen para darles trabajo en cuanto acaban la ESO, lo que sueñan es ser protagonistas de Españoles por el mundo, quizá de recibir la visita de Callejeros viajeros. Mauricio Colmenero, el personaje de Mariano Peña en Aída, un personaje que según el perfil en Twitter es putero, fascista, homófobo, racista y explotador, dice que la culpa de esta fiebre aventurera juvenil de la que habla Del Corral la tiene Dora la Exploradora. Sea lo que sea esta fiebre nos sale por un pico. Ahora son los datos los que toman la palabra. España es el único país del mundo que se gasta 9.000 euros en formar «aventureros». Visto lo visto, es urgente que Mariano Rajoy ordene a los suyos que ni se les ocurra acudir al Toma la palabra de Mediaset. Cada vez que la toman la cagan. Que lo hagan en TVE. Total, cada mes la ve menos gente.

Tu cara me suena

Es lo que tiene valer para todo. Carolina Ferre no valía para cantar en Tu cara me suena, pero justo por eso, por suplir sus carencias cantoras con raudales de simpatía y cero arrogancia conquistó al público. Carolina Cerezuela ha dejado de ser jurado para poder parir a gusto. Carolina Ferre la sustituye, y esta semana se ha sentado de igual a igual junto a Ángel Llácer. A ver si Llácer pariera pronto y dejara el puesto libre.