El de Jerez, socio del Real Madrid, presenta su nuevo disco, «Mi única llave», su álbum más completo, un trabajo con el que se muestra eufórico y con el que reafirma su pasión por una «cultura grandiosa», el flamenco, aunque lamenta el trato que el género recibe en España.

¿Cuál es su única llave?

De llaves no tengo ni las de mi casa, pero bueno, te diré que es la garganta, que no deja de sorprenderme. Dicen que la mejor medicina para la garganta es descansar, pero yo las vacaciones me las paso en los escenarios. Ahí arriba es donde soy más feliz.

¿Qué puerta le gustaría abrir?

La del flamenco al mundo, y a ver si de una vez por todas nos damos cuenta de que una de las culturas más importantes que podemos exportar es el flamenco. No lo conseguiremos mientras en los puestos de responsabilidad haya gente con poca sensibilidad y con menos oído.

Pero si recientemente se designó al flamenco Patrimonio de la Humanidad...

El flamenco, en España, juega en Segunda División, a diferencia del pop o el rock. En el ente público no encontrarás ni un programa ni una emisora que ponga flamenco. Siempre que vuelvo de una gira por Europa o América, me entristezco. Ahora acabo de llegar de Nimes, donde la gente se quedó sin entradas, en Francia, un país que por ley obliga a radiar el 57 por ciento de la música en francés.

¿Cómo sobrevive un músico ante tantas dificultades como las que azotan a España?

Luchando y trabajando sin parar. Esperemos que en algún momento todo esto cambie.

La subida del IVA no ayuda a infundir esperanza, desde luego.

La subida del IVA es una aberración, una medida que va a matar la cultura.

¿Las ventas de los años noventa nunca volverán?

Eso se acabó. Lo que me ocurrió a mí con Aire en el 2000 es irrepetible: alcanzar el Doble Platino, 300.000 copias vendidas, con un disco de flamenco. Eso no lo volveremos a ver, unas cifras que traducidas al mundo del pop estarían en torno a los 6 millones de discos vendidos.

En su primer disco, publicado en 1968, enarbolaba la Bandera de Andalucía. ¿Cómo ve las aspiraciones independentistas de Cataluña?

No es el momento de pedir lo que están pidiendo. Tal y como está la sociedad española, no me parece bien plantear la independencia de Cataluña. Creo que quienes piden la independencia no saben muy bien dónde se meten.

A pesar de su madridismo, ¿Messi le pellizca?

Sí, y me aguanto. A día de hoy es el mejor jugador del mundo. Lo cortés no quita lo valiente.

¿Mourinho tiene duende?

No. Como entrenador no me gusta. A mí me atrae el fútbol espectáculo. Mourinho podrá tener muchas copas de Europa, pero eso no me llena. Yo voy al fútbol a divertirme. Lo que sí tiene el Real Madrid es el mejor presidente del mundo.

¿Qué le desea a Tito Vilanova?

Una muy pronta recuperación. Le transmito muchos ánimos y espero que siga dando alegrías a su Barça.

¿Por dónde debería transitar el flamenco del siglo XXI?

Deberían refrescarse los temas y apostar por unas letras cotidianas que la gente joven las entienda, lograr que la juventud se meta en el canasto del flamenco. Se trata de evolucionar, pero desde la base, desde las raíces.

¿Su último álbum, Mi única llave, atraviesa ese umbral?

Yo creo que sí. Es un trabajo muy flamenco, vivo y fresco. Y gusta a los jóvenes, que siguen viniendo, en gran número, a mis conciertos.

¿Qué hace al flamenco eterno?

El flamenco es eterno porque es una música de raíz y las músicas de raíz nunca están de moda. A veces estará más abajo y otras más arriba.

¿Cuál es el cante más primitivo?

El martinete, que precisamente abre mi nuevo trabajo. La canción Martinete balcánico la grabamos en Boston, en el estudio de Javier Limón, con catorce niñas y cuatro chavales, unas voces blancas que contribuyeron a crear una auténtica joya.

Maestro del más difícil todavía, ¿cuál es la mayor osadía que ha hecho en su vida?

De joven me enfrenté a muchísimas. Uno cae en la osadía a través de la ignorancia. Quizá la mayor fue ilustrar una conferencia de Domingo Manfredi en el Ateneo de Madrid, con 13 años que tenía yo. Fue una osadía y al mismo tiempo una experiencia muy bonita.

Trece años, ¿una edad muy temprana para subir a un escenario?

Yo empecé con 13 años, en Madrid, porque en aquella época si no estudiabas te ponías a trabajar. Y como yo no quería estudiar, pues me puse a cantar.

¿Por qué dejó los estudios?

Porque no me gustaban, aunque ahora me arrepiento. Ya me lo decían mis profesores: te arrepentirás. Pero bueno, tuve la suerte de ser niño cantor en la Escolanía de la Basílica de la Merced de Jerez [de donde José Soto Soto tomó su nombre artístico].

¿Qué fue de aquellos tablaos que se encontró en la capital?

Solo quedan dos o tres. La época dorada del flamenco en Madrid fue la comprendida entre los años 60 y los primeros 90. Todos los grandes del flamenco, absolutamente todos, trabajaron en los tablaos.