El cierre del año invita a los balances. Se ofrece a continuación la única lista de las diez mejores películas de 2012 que no incluye a Holy Motors -tan decepcionante como su original, Cosmopolis-. Por idénticos motivos, tampoco se toma en consideración Lo imposible. En cambio, y adelantándose al descontento que toda clasificación genera, la relación debiera haber incluido a la magnífica Los miserables, el mejor musical de todos los tiempos de este año. La confección del decálogo ha querido respetar el dictamen de Pauline Kael, la matriarca de la crítica cinematográfica, cuando recordaba que «nos interesan las películas porque las disfrutamos, y lo que disfrutamos de ellas tiene poco que ver con lo que consideramos como arte».

Por orden de aparición, Los descendientes es la afortunada imitación norteamericana de Pequeñas mentiras sin importancia. Y sí, se estrenó en 2012, porque los años son más largos de lo que parecen. Las pasiones hawaianas desatadas exhiben la inteligencia que George Clooney trasladará a la producción de Argo. Las almas sensibles se traumatizan al observar a los protagonistas desfilando ante una cama de hospital para insultar a una mujer en coma, preludio del género de discapacitados que copa las pantallas.

Se debería ser muy escueto al comentar Drive, la obra que le hubiera gustado rodar a Giorgio Armani, o a Camus fichado por Hollywood. Una película de actitud, que consagró a Ryan Gosling como mito sexual feminista. Funciona pese a la inverosímil reunión del delincuente, su esposa y el amante de ésta en una cena familiar.

El béisbol es el deporte que ningún europeo entiende ni quiere entender, lo cual condenaba al fracaso en taquilla a Moneyball. Sin embargo, la interpretación de Brad Pitt, el libro original de Michael Lewis y el guión de Aaron Sorkin -que ha vuelto a revolucionar la televisión con Newsroom- la aureolan de un atractivo elitismo. Sobre todo al compararla con Golpe de efecto, donde el béisbol consigue que incluso Clint Eastwood aburra a la audiencia.

Mi semana con Marilyn es buen cine dentro del cine, a la espera de Hitchcock. Demuestra el apego creciente a los biopics, por su punto de contacto con la realidad. Cuenta además con Dominic Cooper, protagonista absoluto de la injustamente postergada El doble del diablo, el Scarface de Al Pacino trasladado a la corte de Sadam Husein.

No se puede rebatir a quien proponga como mejor película de 2012 a Intocable, que es The artist con un bailarín tetrapléjico. Arrebata gracias a la increíble interpretación de François Cluzet, por encima de Omar Sy. La producción francesa encabeza un año pletórico de títulos sobre discapacitados con sentido del humor y ganas de vivir, véanse Las sesiones, Hasta la vista -tres jóvenes holandeses con discapacitación en busca de prostitutas- y, en otra liga, De óxido y de hueso. Todas en las antípodas de Mar adentro.

Grupo 7 es la única española de la lista, que tal vez debió enriquecerse con Una pistola en cada mano, donde se puede contemplar a actores de verdad. Injustamente desplazada por Blancanieves en la apuesta por los Oscar, Grupo 7 no tiene nada que envidiar a Sin tregua, título de culto hollywoodiense. La producción sobre la persecución policial de la droga en la Sevilla de la Expo vibra con una energía que no logra arruinar la desinflada prestación de Mario Casas, líder de la generación de galanes de autoescuela -Quim Gutiérrez, Hugo Silva, El Duque- que no aguantan la presión de la cámara.

Toda lista con pretensiones de las mejores películas del año incluye un título coreano, en este caso El hombre sin pasado, un policiaco a cuya caligrafía podrá aspirar Wong Kar Wai cuando aprenda el oficio. Se complementa con el ensangrentado Outrage nipón del incombustible Takeshi Kitano.

La cueva de los sueños olvidados es un documental sobre Chauvet, indispensable para europeos. Da sentido al 3-D.

El irlandés es mi mejor película del año, con un estratosférico Brendan Gleeson. Véala ya.

La excelente Argo demuestra que Ben Affleck es un meticuloso director y un pésimo actor, que debió inspirarse en su relación con J.Lo para encarnar a un miembro de la CIA de origen latino. En el relato del rescate en Irán, Alan Arkin y John Goodman merecen un Oscar conjunto a los mejores secundarios desde la Creación.