La siempre voraz actualidad relegó al apartado de los breves una triste noticia de la semana pasada, la muerte de uno de los grandes guitarristas del rock, Alvin Lee, a los 68 años. Pero el hecho tiene el suficiente calado como para recuperarlo, máxime cuando se ha sabido que el óbito tuvo lugar en Marbella, la ciudad donde se exilió el líder de Ten Years After hace un buen puñado de años.

Lee recaló en la Costa del Sol para zanjar una etapa llena de dificultades económicas -cobraba sólo 1.000 libras por actuaciones en bares no demasiado prestigiosos- y personales -un traumático divorcio-; tuvo que vender todas sus posesiones para empezar de cero en Marbella: «Subasté todos mis recuerdos de Woodstock -la actuación de Ten Years After fue una de las más memorables de aquella cita mítica-, mis discos de oro y mis guitarras. Me quedé sin ninguna de mis posesiones», recordó hace unos años el autor de discos seminales como Cricklewood Green. Aquí, en el sur de España -«El tiempo es cálido, como si fuera el sur de California»-, el británico se las apañó para montar un estudio casero -en que grabó uno de sus últimos discos en solitario, el muy válido Still on the road to freedom, del año pasado- y acudir a bares para ver y participar en improvisadas jam sessions de veteranos rockeros. Lo recordaba así Mama Paula, en una página de fans de Alvin Lee que estos días publica sentidas condolencias de colegas y admiradores: «Tocábamos en el bar del Hotel Kempinski. Cuando terminamos nuestro set y nos fuimos a la barra, vimos a Alvin y su mujer, Evi, que habían estado siguiendo nuestro concierto. ¡Estar delante del hombre por el que había decidido aprender a tocar la guitarra era demasiado! Nos vimos en unas cuantas ocasiones más, y una tarde terminamos en su casa, tomando te y sándwiches -ya lo sé, no es muy rock n´ roll-, y en una jam en su estudio por un par de horas».

Graham Alvin Barnes, el nombre real y completo del rockero, fue uno de los grandes revolucionarios de las seis cuerdas. Empezó como uno más de la escudería del blues británico pero pronto demostró que lo suyo era mucho más fiero, rápido y sin concesiones, como lo enseñó en Their First Album, el debut de Ten Years After. Aparte de líder de su propio combo, Lee fue un estupendo sideman y colaborador de luminarias como George Harrison -con el que mantuvo una estrechísima amistad-, Steve Winwood, Jim Capaldi, Boz Burrell... Historia del rock, en suma. Como muchos de ellos, se cansó de la fama, de ser un jukebox de sí mismo -llegó hasta el punto de negarse a tocar las canciones de Ten Years After- y encontró en Marbella el lugar idóneo desde el que replantear su carrera de una manera humilde. «Estoy cansado de todo ese rollo del legendario Alvin Lee. Sólo soy un músico; no valgo tanto. Todavía me dedico mucho a tocar: practico unas dos horas al día, todos los días, con mi guitarra, aunque ya no sea tan fluido como antes. En cualquier caso, soy un hombre con suerte: he conseguido todo aquello por lo que he luchado, y ahora puedo deciarme a complacerme a mí mismo y a mi mujer, Evi», dijo hace unos años.

Echaremos de menos a Alvin Lee. Pero no lloren. A él le disgustaría. Cuando le preguntaban por qué no acudió al funeral de su gran amigo George Harrison, el guitarrista contestó: «Los funerales son demasiado deprimentes».

@victoragom