José Villalobos (Málaga, 1976) lleva ya cinco años en Los Ángeles. Allí viajó para potenciar su carrera como músico, orquestador, compositor de bandas sonoras y realizador. Poquito a poco, paso a paso, se está abriendo un importante camino en la meca del cine, trabajando codo a codo con grandes como Barry Levinson (director de Rain Man o Sleepers) o Gustavo Santaolalla (productor musical y autor de las partituras para Babel y Brokeback Mountain).

Todo empezó con Alberto Iglesias y Cometas en el cielo, una música por la que el compositor fue nominado al Oscar y en la que Villalobos trabajó como orquestador. «De ahí vino mi salto a Los Ángeles, por parte de DreamWorks y esa película. Decidí quedarme una temporada, y cuando te quieres dar cuenta llevas aquí más de cinco años», nos cuenta el malagueño.

Villalobos relata que la vida en Los Ángeles es parecida a la de Málaga, «pero las palmeras son altísimas y aquí no hay espetos de sardinas ni camperos». Lo que sí hay son estrellas, un buen montón por metro cuadrado: «Recuerdo una semana en la que todos los días desayunaba en un Starbucks. Uno de los días entró Harrison Ford; hizo la cola como todos los demás y se pidió un descafeinado con vainilla. Dos días después, mismo lugar y hora, entró nuestro querido Arnold Schwarzenegger. Esto es lo que tiene esta ciudad».

El currículum de José Villalobos es de aúpa, marea: ha trabajado para los citados Iglesias, Levinson -poniendo la música, a su nombre, a la serie The Philanthropist- y Santaolalla, pero también se ha codeado con los productores de Shakira o Jennifer Lopez, entre otras estrellas del pop... «He trabajado con mucha gente con mucho talento de la que siempre se aprende», apunta.

Rebobinemos y conozcamos los orígenes musicales de este malagueño. «La verdad es que me inicié bastante tarde, cuando tenía unos 13 ó 14 años: mis padres me compraron un pequeño órgano en el que podía grabar sonidos y tocarlos con el teclado. Aquello me fascinó, y de hecho hoy día mi música está basada todo en eso. Grabo los sonidos que utilizo luego en las canciones; pocas veces utilizo sonidos habituales», explica Villalobos. Su talento y pericia le llevó a trabajar en la sombra de grandes nombres propios como orquestador, una figura poco conocida, casi anónima pero fundamental: «Los orquestadores son piezas clave para los compositores, sobre todo aquí, en Hollywood. Escribir para toda una orquesta es muy tedioso y lleva tiempo que el compositor no tiene. Dicen que la clave del éxito es rodearte de gente con mucho más talento que tú». ¿Sería tan reverenciado un grande de los scores como Danny Elfman si no tuviera un equipo de orquestadores tan sobresaliente con el que opera a su cargo? «Danny Elfman es un genio, y seguramente su equipo de orquestadores también».

José Villalobos combina ese trabajo con proyectos de puño y letra, en los que todo empieza y termina en él. «La mirada invisible [una cinta argentina dirigida por Diego Lerman] es una de las películas de las que más orgulloso me siento. La música estuvo nominada en los premios de la Academia Argentina e, incluso, en los Premios de la Crítica Internacional». Unos galardones y reconocimientos que, como siempre ocurre, vienen tras notables esfuerzos: «Recuerdo que estuve cinco días para componer dieciséis segundos que fueron parte del tema principal de aquella película», recuerda el músico.

Échenle una oída a sus creaciones en su web oficial; allí descubrirá a un bandasonorista singular. «Es que yo siempre huyo del tópico; incluso le diría que casi nunca oigo música de cine, me aburre, porque últimamente todo suena igual... Las grandes canciones de la historia son reconocibles en cuanto empiezan a sonar. Eso mismo pretendo yo cuando hago música para cine: que reconozcas de qué película es en cuanto la empiezas a escuchar. A veces lo consigo y otras, no». Lo consiga o no, siempre lo intenta. Allí, en Hollywood, recuerda Málaga, la que dice que siempre será su ciudad: «Mis raíces, mi familia y mis amigos de verdad están allí. Lástima que no vaya mucho o tanto como quisiera».

@victoragom