Eva Levy es experta en diversidad de género y firme impulsora del acceso de las mujeres a los consejos de administración de las empresas, donde las féminas sólo representan el 13 por ciento del total.

¿Ha llegado ya la hora de que se corrija la escasa presencia de mujeres en los consejos de administración?

La hora ha llegado, pero no por ello hemos triunfado. La presencia de las mujeres en los consejos se ha incrementado, ha pasado de un 6 % a cerca de un 13 %, pero, según la ley de igualdad de 2007, había que alcanzar un 40 % de consejeras para el año 2015. Por tanto, no se ha cumplido con lo que marcaba la ley.

¿Qué es lo que impide una mayor presencia de las mujeres en los órganos de gobierno de las empresas?

La ley sugería, pero no imponía como obligación ese porcentaje. En Francia, la ley de 2012 decía que para 2015 había que llegar al 20 % de consejeras y ya se ha superado porque era obligatorio. Aquí, también existe el problema de que los consejos de las empresas españolas son los más numerosos de Europa y, con la crisis y la necesidad de ajustarse el cinturón, el número ha menguado. Tampoco se ha corregido que los consejeros no puedan permanecer más de doce años. Es importante, porque facilitaría la renovación y, en consecuencia, la entrada de mujeres.

Usted dice que hay estudios que indican que las empresas con dos o más consejeras obtienen más beneficios. ¿Por qué?

Cuando entra una sola mujer de consejera es muy difícil que el consejo cambie y que ella se vea fortalecida para expresar su opinión. Está en minoría. Cuando son tres, las mujeres hacen piña y expresan cómo ven la situación. Llevan la riqueza de la diversidad. Muchos problemas que los hombres ven de una manera o les dan una solución determinada, las mujeres los pueden ver de forma diferente y darles una solución también diferente. De ese debate surgen nuevas ideas. Hasta ahora, los consejeros son de la misma formación y todos están de acuerdo ante un problema.

¿Qué aportan las mujeres?

En igualdad de mérito y de formación, la mujer piensa de otra manera. Hombres y mujeres no son de entrada más inteligentes los unos que los otros, pero está demostrado que tienen cerebros distintos y procesamos los temas de manera distinta.

Nuestra civilización es de base matriarcal. ¿El siguiente paso de las mujeres es alcanzar el poder empresarial y político?

Alcanzarán el poder aquellas que quieran. Lo que luchamos es porque aquellas que quieran tengan las mismas posibilidades que los hombres de poderlo alcanzar. De todas maneras, lo que trae la diversidad es riqueza y, en consecuencia, la tarta será más grande y comeremos más. Las mujeres no le van a quitar nada a nadie. Son una fuente de aportación de riqueza.

Hay mujeres e incluso hombres que dicen que si las primeras nos gobernaran nos iría mejor. Pero pienso en Margaret Thatcher, Benazir Bhuto, Indira Gandhi o Golda Meir y apenas se han diferenciado de sus colegas masculinos. ¿Qué opina?

La riqueza es que hombres y mujeres gobiernen y trabajen juntos. Los equipos mixtos trabajan mejor. No somos todos iguales. En equipos mixtos, el hombre es más estratega -vamos a invertir diez millones- y la mujer le dice que se inviertan primero dos, se vea el resultado y, luego, veremos. La mezcla del talento particular de hombres y mujeres es fenomenal para las empresas y los países. La suma de talento es estupenda.

¿Sigue siendo necesaria la discriminación positiva desde el punto de vista legal?

Tal y como está la situación de la mujer, sigue siendo necesaria, porque si no no avanzamos. Un informe de la Unión Europea de 2013 reflejaba que en 2012 los hombres ostentaban el 96,8 % de los cargos de presidente y consejero delegado de las mayores empresas de los 27 países frente al 3,2 % de las mujeres. Llama la atención este dato cuando el 60 % de los titulados que salen al mercado son mujeres y con excelentes expedientes y, entre un 25 % y un 30 % de ellas, con máster.

En el origen de toda empresa hay un pionero, ahora llamado emprendedor. ¿Cómo les va a las mujeres con ese espíritu?

Lo que se ve en los estudios de emprendimiento es que los proyectos de las mujeres son buenos, pero no crecen tanto como los de los hombres, porque la mujer no tiene la voluntad sobre todo de hacerlos crecer. Ellas lo hacen básicamente para poder conciliar vida personal y profesional pero no está en su mente llevar a la empresa a un crecimiento muy grande.