Han pasado tres años exactamente desde que me senté frente a este mismo ordenador a escribir mi primer canapé. Les confieso ahora que un pellizco estuvo rondando mi estómago desde que Víctor Gómez, jefe de sección de cultura de este periódico, me propuso contar conmigo, hasta que parí el primero. No es tarea fácil sentarse frente a la nada, ordenar las ideas y escribirlas de forma interesante pero, sobre todo, inteligible. Desde el primer momento tuve tres claras obsesiones con mi colaboración semanal en este periódico: por un lado, que fuese una ventana a la cultura de Málaga en todos sus ámbitos, que sirviese como impulso a las buenas iniciativas y que moviese los cimientos de una Málaga ansiosa por caminar hacia la revolución cultural. No sé si después de 160 canapés algo de eso he conseguido; yo espero que sí. Si analizamos y tomamos como referencia este período, tres años después, Málaga está culturalmente mucho más catapultada; a pesar de los malos tiempos que atravesamos. Nuestra joya de la corona, el Museo Picasso, ha programado en este periodo de tiempo buenas y brillantes exposiciones, yo diría de las mejores desde que se inauguró. Alcanzó el clímax con El factor grotesco, gracias a la experiencia de su director, defendido a ultranza por un amplio sector de la cultura, que a las puertas del Museo portaron en una ocasión una gran pancarta donde se leía nous sommes desoleés, en clara alusión a la familia Picasso. También durante este tiempo hemos podido comprobar como la programación de CAC se hacía más fuerte e interesante, mientras muchos centros de similares características en todo el país cerraban o mermaban considerablemente su oferta programática. Nació el Museo Carmen Thyssen Málaga. Pese a que la programación del Cervantes no se parece ni en broma a la que fue hace algunos años, ahí sigue acogiendo cada edición del Festival de Cine de Málaga. La Sala Canovas sigue esforzándose para traer buen teatro a Málaga hecho en Andalucía, y la Gades en dar la oportunidad a los más emergentes. El MUPAM sigue como vaca sin cencerro, cambiando de directores y de propuestas. Ha nacido La Térmica, un centro de creación contemporánea, ojo no de exhibición, que algunos todavía no se enteran.

Durante estos tres años, lo que todos presumíamos del Museo de las Gemas, terminó convirtiéndose en un espanto de gran magnitud. No sabemos nada del Astoria. El Instituto del Libro, a pesar de su exiguo presupuesto, se esfuerza por seguir aportando literatura de excelencia a la ciudad. Los empresarios de la cultura también han dado un paso importante. A raíz de la denuncia a la Sala Velvet por organizar directos sin licencia, se organizó una plataforma a favor de la música en vivo, que consiguió que el ayuntamiento otorgase licencias puntuales para celebrar conciertos; aún hay mucho que avanzar en este sentido. París 15, Eventualmusic y La Trinchera siguen dando guerra programando buenos conciertos. Las tres galerías de referencia siguen abiertas: Alfredo Viñas, Isabel Hurley y Javier Marín.

De lo que estoy más profundamente orgulloso es de la apuesta ciudadana por la cultura, del empoderamiento de la misma. En estos tres años también perdimos, por falta de hacer bien las cosas con tiempo, la carrera hacia la Capitalidad Cultural de 2016. Aún así y gracias a este impulso, la ciudadanía tomó conciencia de que la cultura no es patrimonio de la institución ni de la empresa privada, sino que también es asunto suyo. Un gran festival de disfraces y confetis trae buena música a Málaga cada verano: Canelacore Party. Galería Central programa exposiciones en un pasillo de la Facultad de Comunicación. Cienfuegos es un nuevo taller de arte y poesía. El Espacio Anfibio, la Casa Invisible, los demanes y desdenes de Villapatata factory como espacio y escuela de talento y diversión. Las copas con arte y vida en Kipfer and Lover, el festival Quirófano Teatro.

La revolución teatral que está viviendo Málaga; las nuevas generaciones de teatreros caminan de la mano organizando múltiples eventos y creaciones. Lo mismo les sucede a los nuevos poetas, una generación estrella, donde el dinamismo y la acción les hacen muy grandes. Seguramente que en este último canapé me dejo a muchos en el tintero; no me lo toméis en cuenta. Después de tres años de aprender, conocer, reírme, llorar, cabrearme y disfrutar, ha llegado el momento de deciros adiós. Echaré de menos vuestros elogios semanales y vuestras críticas constructivas, no así las otras. Espero que os haya venido bien en algo, a mí me habéis ayudado a crecer mucho, a ver a las cosas de forma diferente. Os echaré de menos. Gracias infinitas de corazón.