Embajador de los ritmos caribeños en el mundo, Carlos Vives (Santa Marta, Colombia, 1961) exportó su pop latino hace veinte años con su popular La gota fría. Actor, publicista, compositor y cantante, sigue fusionando viejos y nuevos sonidos y cantando al amor en su álbum Corazón profundo. Padre de cuatro hijos, se deshace en elogios a su tercera pareja. "Realmente no le encuentro defectos. Cree en mí casi más que yo", exclama.

Dos bodas, y sus consiguientes y sonadas rupturas, no han quebrado su fe en el matrimonio. "Quiero casarme contigo, quiero quedarme a tu lado", proclama el colombiano en su nuevo disco. Toda una declaración de amor a su actual pareja y madre de dos de sus hijos, Claudia Elena Vásquez. "Es que no concibo mi vida sin esa relación, ni entiendo la sociedad sin ese núcleo. Mi hogar es como la guarida de Batman, allí me cargo de energía".

Asegura que con los años ha logrado comprender a las mujeres. "Admiro todo en ellas. Su capacidad de amor, su fortaleza ante la dificultad. Uno es más cobarde y llorón. La mujer tiene temple, se cae y se levanta". Sexos distintos, pero complementarios. "Uau, claro. Tenemos poderes diferentes, pero nos necesitamos. La mujer es el tema favorito del hombre. Y viceversa".

Crítico con su género, Vives piensa que cuando el hombre tiene poder, "el egoísmo no deja que la democracia fluya, sea cual sea la tendencia política". Y esos sentimientos, según el colombiano, son más habituales en el hombre, como la envidia. La generosidad, en cambio, "tiene naturaleza femenina".

"Ella da la vida, alimenta, cuida. Y carga con más responsabilidades. A veces, pienso que mi vida es más sencilla". Una de las típicas críticas a la mujer, su fama de impuntual, es matizada por él sin reparos. "Yo estoy listo más rápido que mi mujer, pero cuando pienso de todo lo que se ocupa ella, lo comprendo". E ilustra esa diferencia con un recuerdo de su tierra. "Los taironas, indios de Santa Marta, en el Caribe, son una hermosa cultura, pero ves al hombre mascando coca, caminando, tranquilo, y detrás su mujer, cargada con la mochila, dando de comer a alguno de sus hijos. ¡Y ese es el sexo débil!"

Vives creció en un hogar matriarcal. "Mi abuelo era político, y mi papá, médico; las mujeres organizaban el hogar, tenían capacidad de liderazgo. El hombre se acomoda, se deja llevar". Desde niño, congenió con el otro sexo. "Tenía más complicidad con ellas, primero con mis primas y luego con las amigas". ¿Se confunde a menudo la amistad entre sexos? "¡Ay, dios mío! -suspira-. Creo que es posible la amistad sin más, pero claro, uno no se olvida de lo que es una mujer".

Se confiesa apasionado, romántico y enamoradizo. "¡Buf, mucho! Ahora tengo una mujer que me fascina y me aporta mucho. Cuando apareció, yo estaba en crisis, tocado, sin ánimo de seductor, y me enamoró".

No deja de ser una frustración, dice, que una relación se acabe. "La primera vez me dio muy duro, la segunda me volvió a matar". Ahora se siente apoyado como nunca. "No había conocido a una mujer que valorara tanto mi trabajo. Es ingeniera química, pero cree en mis cosas casi más que yo. Me da seguridad", comenta.

Ve la convivencia en positivo. "Hay rutinas deliciosas. Me encanta repetir un rato de parque, el picnic al sol con los niños. Deseo que no crezcan rápido. Mis hijos mayores tienen 20 y 16 años, y vuelvo a empezar con mis pequeños, de cuatro y dos". No comparte la idea de que madre sólo hay una y padre puede ser cualquiera: "Tener un hijo te cambia la vida; es parte de nuestra naturaleza también".

Considera que el hombre es más infiel. "Las mujeres se valoran más. Y son más tiernas". Aunque es posible encontrar "ternura" en el hombre. "Es esencial para cualquiera", añade. Anima a sus hijos a que valoren esa cualidad y la extrañen cuando no la vean; que sepan detectar "quién se la ofrecerá y quién no".

Vives considera la ternura algo imprescindible para sus hijos, especialmente para ellas: "Las nenas siempre te preocupan algo más que los 'pelaos'. Yo hablo mucho con mi hija, para que reconozca el amor puro. Ellas tienen que aprender los valores del hombre a partir de su papá".

Para Vives, el machismo sigue vivo en casi todas las culturas y, evidentemente, en su país. Curiosamente, en la guerra de guerrillas aún presente allí, la mujer "tiene un papel activo, se arma y participa", explica.

En cuanto a las diferencias en su profesión, el colombiano piensa que los hombres juegan con ventaja, porque el mejor público es el femenino. "La mujer apoya más al artista. Es una teoría mía, pero creo que es así", concluye.