Teatro Lírico Andaluz propone para este domingo una zarzuela con sabor castellano, una obra de Jacinto Guerrero que refleja la vida popular de La Mancha. La rosa del azafrán, obra en dos actos del maestro toledano sobre libreto de Federico Romero Sarachaga y Guillermo Fernández-Shaw, tiene las características de la zarzuela regional del XX, con amores imposibles, parejas serias y cómicas, danzas populares y números musicales formales al lado de otros humorísticos.

La rosa del azafrán es el segundo montaje del VIII Ciclo Malagueño de Zarzuela de Teatro Lírico Andaluz, que se abrió el domingo 7 de abril con La del soto del parral, de Soutullo y Vert. Las entradas para esta nueva puesta en escena de la compañía malagueña (domingo 16, 19.00 horas) tienen un precio único de 20 euros. La obra está patrocinada por Onda Cero Málaga al igual que el resto del VIII Ciclo Malagueño de Zarzuela, que proseguirá en otoño de 2013 con otros títulos que serán anunciados próximamente.

Los dos directores habituales de Teatro Lírico Andaluz, Pablo Prados en la escena y Arturo Díez Boscovich en el atril, dan forma a una producción que cuenta con las voces de Carmen Serrano, Nuria Pérez, Andrés del Pino, Lourdes Martín, Carlos Alberto, Raúl Téllez y el propio Prados. Las coreografías de Aída Sánchez y el Coro y Orquesta de Teatro Lírico Andaluz cierran el apartado artístico de esta versión ´malagueña´ de La rosa del azafrán.

Adaptación libre de la comedia El perro del hortelano, de Lope de Vega, La rosa del azafrán es la historia de un amor ´imposible´ entre dos personajes de diferentes clases sociales: Sagrario, una rica hacendada, y Juan Pedro, un mísero labrador a su servicio, y los conflictos que ello genera en su entorno. Un amor que triunfa dejando patentes la crítica a la hipocresía y los convencionalismos sociales.

Escrita en la última etapa de esplendor de la zarzuela grande y la más tardía de las zarzuelas de Jacinto Guerrero, La rosa del azafrán es en la que el compositor nacido en Ajofrín (Toledo) manifiesta mayor deseo de absorber lo popular y la que más directamente lo expresa en ritmos y melodías. Se trata de una de las obras más emblemáticas y bellas del género, con continuas referencias al amor tan frágil como esta flor (el azafrán) peregrina otoñal, "que brota al salir el Sol y muere al caer la tarde", como canta el protagonista.