Su primer roce con la fama fue hace unos veinte años en Lluvia de Estrellas. De allí, al salto bajo la marca Deluxe, seguido por un viaje a Sudamérica que marcó su último trabajo, 'Atlántico', elegido el mejor del año en los V Premios de la Música Independiente, donde también fue como escogido mejor artista.

A pesar de llevar años en la música, siempre es un incentivo más lograr un reconocimiento como este.

Sí, tras tanto tiempo se transforma más en un pequeño reconocimiento a esa lucha de tantos años y discos. El haber ido de aquí para allá y probado tantas cosas diferentes. El premio va más allá del disco.

Se hizo famoso cantando aquello de no intentes hacerme cambiar, pero ¿cómo lo ha hecho su música en estos diez años?

De hecho, cuando la hice me refería un poco a eso. A reivindicar mi manera de ser, de evolucionar y sentir esa libertad. Siempre viví los cambios, no me considero una persona conservadora para nada y en lo artístico tampoco. No es que sea aquí Bowie, pero sí que me gusta evolucionar. Me da vidilla cuando hago algo distinto.

¿No echa de menos el rock?

Sí, a veces sí porque me sigue gustando. No es que deje una cosa por otra. Realmente me gusta todo y en ocasiones me cuesta decantarme por un estilo u otro.

En este disco le canta al Atlántico, el mismo océano que fotografiaba de pequeño desde la playa de San Amaro.

En realidad me fotografiaban. Tenía un grupo a los quince años y mi tío nos sacaba las fotos allí. Era esta mi referencia, pensaba en este lado del Atlántico cuando estaba por allá. El disco hace referencia a las dos orillas, allí miraba a la de aquí. Mi etapa en América me influye pero al mismo tiempo me genera un cierto sentimiento de morriña. Hasta un cierto idealismo que creo que se ve reflejado en el disco, con algunas canciones que evocan a mi infancia a modo de nostalgia. Cosas que vienen a la cabeza cuando estás fuera y son inevitables. En las que solo piensas cuando estás en la distancia.

¿Esperaba quedarse tres años en América?

La verdad es que acabaron siendo incluso más años. Porque aunque ya desde el año pasado estuve viniendo varios meses seguidos, todavía tengo una casa allí que no dejaré hasta noviembre.

¿Fue una estancia obligada para moldear este nuevo estilo?

Sí, aunque no me fui con la idea de que fuese así. Pensé que iba a estar mucho menos tiempo. Pero me quedé y seguí tocando allí, investigando y dejándome llevar. Abriéndome a otras músicas. Creo que le debo mucho a la otra orilla, y en el disco se nota. Se nota la esencia de mis canciones de antes, pero hay un tufillo que tiene que ver con ese aire de Latinoamérica.

¿A qué se debe que artistas como usted o grupos como Vetusta Morla encuentren su camino en Sudamérica?

Pienso que son casos diferentes, porque podría decirse que yo fui con la maleta vacía. Con ligero equipaje y en vistas de quedarme. Lo de Vetusta fue más en plan gira. Lo mío fue un viaje interior con otro significado. Eso no quiere decir que se haya convertido ya en un lugar al que ir a promocionar. Pero el planteamiento en un principio fue más como un Camino de Santiago que como una gira promocional.

¿Qué le han dado los argentinos?

De los argentinos disfruté las grandes conversaciones. Largas y profundas. He aprendido mucho, descubierto que América es inabarcable. Es mucho más interesante de lo muy interesante que pueda aparentar. Me encanta cómo se vive la cultura en Buenos Aires: la música y el arte en general. El respeto que se le tiene, la libertad de expresarse y los pocos complejos que hay a la hora de mostrar el arte.