Pocos días después de que la Orquesta Filarmónica de Málaga interpretara a Bruch y Brahms en el Teatro Cervantes, diecinueve guitarras eléctricas enchufadas y sonando al unísono tomaron anoche su decimonónico escenario. El nombre del espectáculo, Sinfonity, revela las intenciones de la original propuesta, un viaje sonoro desde Bach hasta Holst con paradas en Vivaldi, Mozart, Ravel y Falla armonizado por su director, el guitarrista malagueño Pablo Salinas.

La denominada «primera orquesta sinfónica de guitarras eléctricas del mundo» conectó ayer los amplificadores hasta el domingo (20.00 h. el sábado 28 y 19.00 h. del domingo 29) y podrá ser vista por un precio que oscila entre los 12 y los 36 euros.

Ha tenido que ser en España, país de gran tradición de guitarristas, donde surgiese Sinfonity como resultado de una búsqueda, de un ir más allá o de no querer conformarse con lo que hay.

Sinfonity es también el resultado de juntar a 19 maestros o un puñado de locos (depende de la mirada del espectador), para que interpreten la belleza como solo ellos saben hacerlo. La guitarra eléctrica es un instrumento con una enorme capacidad de articulación musical, ágil y capaz de una interpretación emocionante. Los integrantes de Sinfonity son músicos de depurada calidad y compromiso con la música. Entre ellos se encuentran algunos de los más relevantes guitarristas de la escena nacional.

Con la intención de acercar nuestra herencia musical a las nuevas generaciones, Sinfonity interpreta a los grandes clásicos con una sonoridad inédita y conmovedora. Desde Bach a Holst, desde Vivaldi a Falla, el repertorio constituye una grata y emocionante experiencia. Utilizando la más moderna tecnología de sonido, en perfecto equilibrio con los métodos de la orquesta sinfónica tradicional, es posible hoy ofrecer este nuevo concepto de espectáculo.

La idea de crear una orquesta sinfónica de guitarras eléctricas surgió de un encargo que Pablo Salinas recibió de la directora teatral Blanca Portillo para componer la banda sonora de la obra La avería- Portillo quería un sonido moderno e iconoclasta y Salinas imaginaba música antigua interpretada por una orquesta sinfónica. Buscando una sonoridad poética, moderna y única para el espectáculo, Salinas escribió una Fuga, luego un Agnus Dei, un Gloria y un Réquiem completo, y grabó en su estudio estas composiciones con guitarras eléctricas. La propuesta fue aceptada con gran entusiasmo por la directora, quien fue premiada por esta obra con el premio Max a la mejor dirección teatral.